Según UrbanDictionary el término «gogo» hace referencia a «hombres que son empleados para entretener a un público en un club o una discoteca mediante bailes eróticos y shows de stripptease (quitarse la ropa); regularmente en clubs gays».
No pude encontrar una mejor definición para dar entrada a este tema que aún es un tabú dentro de nuestra sociedad.
¿Qué historias hay detrás de un gogo? ¿Por qué lo hacen?
Hace un par de meses fui a Zona Rosa (la concentración de bares, antros y demás lugares de reunión gay en la Ciudad de México) con una amiga, la verdad estábamos aburridos de los mismos bares de siempre y decidimos buscar un lugar nuevo, cuando lo hayamos, nos llevamos la sorpresa de que era un bar de gogos.
¿Y eso qué tiene de raro? Jamás, en mis 20 años, había asistido a un bar así. Believe it or not, soy “niño bien” y esas cosas no me van, o no me iban… Ya no sé. El punto es que cuando vi a todos estos hombres casi desnudos con cuerpos espectaculares, dos cosas pasaron por mi cabeza: La primera fue que no pagaría por un baile, porque quien sabe cuanta gente ya los vió, toqueteó y lengüeteó. La segunda fue pregunarme: «¿Por qué lo hacen?»
Siempre he sido una persona muy curiosa y muy impulsiva, decidí que cuando uno de los muchachos se acercara a mi mesa, no le aceptaría un privado, en cambio, le pediría que se reuniera conmigo fuera de su ambiente de trabajo para que me contestara todas las dudas que me surgieron en el momento.
Fue difícil. Tengo que decir que hay personas muy amables, muy educadas y que sí, les interesa el dinero, pero no son tan obvios y cabrónes como otros. Cuando el primero se acercó a mi mesa, se lo propuse y encantado de la vida me dijo «Nos vemos la siguiente semana para comer, el día que tu quieras. ¿Tienes donde anotar mi número?»
Los demás fueron más complicados; todos querían pasar al privado primero y después a ver si tenían un espacio libre en su agenda de trabajo para poder reunirse conmigo. Cuando por fin otros dos aceptaron, me fui del bar y a las 3:00 a.m. de un domingo, ya estaba escribiendo las preguntas para ellos.
Nos reunimos durante las siguientes dos semanas para que me contaran cada uno, por separado, sus experiencias, sus historias y me dieran el porqué que yo quería saber.
Por razones de seguridad la entrevistas están editadas, omito nombres a petición de los entrevistados, así como información que pueda perjudicar a terceros.
6:00 p.m., miércoles, 15 de enero.
Primera entrevista. JC.
Primera entrevista. JC.
Tengo 33 años, originario de Guadalajara. Estudié arquitectura pero la música es mi pasión, en estos momentos estoy formando una banda con otros compas, para ver si nos dan un contrato con una disquera independiente de gran alcance. Estoy muy emocionado.
Empece a bailar cuando tenía 20, al principio solo para mujeres, ya sabes, chippendales y cosas donde el público son amas de casas cuarentonas que solo buscan un poco de la emoción sexual que no les dan sus maridos. No soy gay pero me he acostado con hombres, con mujeres y con trans; creo que el cuerpo humano es una obra de arte, no importa su forma o su figura, al final del día no importa con quién, el chiste es coger.
Llegué al DF hace 3 años, con un amigo que me tiraba de vez en cuando, está muy sabroso el cabrón, tiene las nalgas mas gordas que me he cogido; él fue quien me presentó al dueño de Botas Bar, un lugar donde empece ganando poco, pero lo chido era el desmadre. Hay gente que viaja para acá solo para echar desmadre y hacer “carrera”.
Ahí tuve mi primer encuentro con un trans, ella era muy guapa, me clave y anduve con ella un buen rato, pero las cosas no duraron porque se ponía celosa de mi trabajo, «Ahí fue donde te conocí», le decía y pues, terminé muy mal. Dejé de ir y pues me corrieron —se ríe—, pero a los tres días ya estaba bailando para mi patrón actual, así es como te hacen el casting, tienes que dar un privado para el mero mero y si le gusta como mueves las nalgas, te contrata.
No tengo un sueldo fijo, creo que eso es obvio, la mayoría de mis ganancias salen de mis privados; hago de todo, si quieres un baile te sale en $500, no menos porque yo sí me respeto, si me quieres dar una mamada en $800, si quieres que yo te la de a ti te sale en $1,000, algunos me dicen que es algo muy caro, pero el servicio que ofrezco es de calidad. En una noche, lo que más he llegado a ganar han sido $15,000.
Eso sí, nunca he tenido sexo por dinero, si me gusta el vato, pues lo cito después en mi depa y me lo chingo, sino, con el dinero me basta. Una vez me llegaron a ofrecer $50,000 por ser el pasivo de alguien, obvio me negué, no planeo darle las nalgas a nadie. Lo hago por gusto, bueno, si esta chingón que la gente te vea, te sientes grande, me gusta que vean mi cuerpo, mis brazos, mis nalgas, mi verga cuando esta más dura, creo que sube un poco mi autoestima —se carcajea—.
Adentro del bar hay muchas envidias, no solo a mí, sino entre todos; te dicen que son tus amigos y te dan la vuelta de una manera muy cruel. Tienes que saber defenderte, lo veo como si fuera una jungla: los más fuertes sobreviven, los que saben defender su territorio son los que ganan, a los otros se los comen y se van, no les queda de otra.
Voy al gimnasio dos horas y media de lunes a sábado, vivo en Polanco y contratar un estudio de grabación no es nada barato, tengo que chambear todos los fines de semana si quiero darme mis lujos. No me gusta hacer menos a nadie, si yo crezco, los demás también, estoy trabajando aquí temporalmente, el cuerpo no me va a dar para poder mantenerme de esto toda la vida, ya te había dicho, la música es mi pasión.
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