6:00 p.m., sábado, 17 de enero.
Tercera entrevista Alan.
Toda mi vida fui una persona muy tímida, no me gustaba participar en la escuela, casi no tenía amigos y estuve solo por mucho tiempo, me refugiaba en el deporte, me encanta la natación y creía que las cosas seguirían así, hasta que lo conocí a él.Soy Alan, nací aquí en el D.F. hace 22 años, estudiaba medicina, pero no pude terminar la carrera por que mis papas murieron en un accidente automovilístico hace un par de años; si, soy hijo único y nunca tuve una buena relación con mis familiares, mis papás sabían que era gay, conocieron a uno de mis novios y estaban maravillados con él.Desafortunadamente después de su muerte, me aislé de todos, deje de ir a la escuela y termine con mi novio, estaba en una pésima situación. Salía todos los fines de semana a los bares de Zona Rosa, me metía con cualquiera, aunque no tenía la capacidad de sentir lo que pasaba, es complicado, ¿sabes?, crees que por estar con un hombre tras otro vas a poder llenar el sentimiento de vacío, aunque no fue así. No quería trabajar como gogo, pero no me gusta la onda de los call centers ni servir helados en un Nutrisa, respeto mucho esos trabajos pero no es lo mío, yo quería seguir aprendiendo sobre el cuerpo humano, quería hacer investigaciones y poder encontrar la cura del sida o del cáncer, es con lo que todo médico sueña.En una de mis borracheras me metí con un gogo, le conté mi historia y me dijo que estaban buscando bailarines nuevos en el antro donde trabajaba, era uno de los bares más visitados de la zona, se ganaba bien y pensé “Solo es temporal, un año, junto dinero y regreso a estudiar”.Fui a la entrevista con toda la actitud, el gerente del lugar me pidió que le bailara un poco, me quitara la ropa y pues me quedé. Primero entre en el bar, servía las bebidas y llevaba botanas a las mesas, mientras los demás bailaban yo solo servía margaritas y cosmos, ganaba poco pero me servía para pagar los servicios básicos del departamento donde vivía, un cuartito en la colonia Doctores. Paso poco tiempo antes de que saliera de ese bar, me prometieron muchas cosas que nunca pasaron, que si me iban a subir a la tarima principal, que si me iban a aumentar el sueldo, fueron puras mentiras para que me quedara como tonto sin poder ganar dinero, y así le hacen con los nuevos, tienen que esperar por lo menos dos años para poder llegar a lo que aspiraba.
Busque oportunidad en dos bares más, pero eran muy de mala muerte, pensé en resignarme y volver a buscar empleo de otra cosa, pero afortunadamente llegue al antro en donde nos conocimos, el ambiente es muy de hermandad, los gerentes son muy accesibles y los clientes son para nada mamones. Entre bailando solamente en la pista principal, mi jefe me decía que hiciera privados, que me acercara a las mesas y platicara con los clientes, a veces solo por platicar te daban dinero; comencé con los clientes, llegaba a las mesas después de bailar y soloflirteaba con ellos un poco, por diversión y porque muchos eran hombres solos, es lo que hay, van muchos clientes que son heteros y les gusta ver, otros que son casados y solo buscan sexo, y no faltan los despistados que no sabían qué tipo de lugar es, como tú.Después de unos meses empecé con los privados, solo podían ver y no tocar, cobraba 300 pesos por un baile de dos canciones y juntaba un buen dinero al terminar la jornada. Es aquí donde me voy a poner algo nostálgico, conocí a un muchacho mientras trabajaba, él había terminado una relación muy enferma en la que estuvo por 4 años, era alto, ni delgado ni gordo, tiene los ojos azules más bellos que he visto, platico conmigo toda una noche, le ofrecí un privado y se negó, al parecer solo quería hablar, cuando dieron las 4 a.m., la hora de cerrar el bar, me dijo una frase que nunca se me va a olvidar: “Eres un extraño y aun así me escuchaste toda la noche, sé que lo haces por dinero, pero me ayudaste mucho, me he desahogado. Mañana por la noche voy a regresar, espero verte.”Y efectivamente, al otro día regresó, platicaba con él por un rato y si alguien más me pedía un privado no le molestaba que me fuera por unos minutos, al final siempre regresaba, por el dinero y porque me agradaba conversar con él, teníamos una “relación” algo extraña que duró así por 6 meses, hasta que un día se me declaró, no te voy a mentir, yo ya me estaba enamorando y estoy seguro de que él también, pero no podía entrar en una relación, las cosas iban a cambiar, seguramente me iba a pedir que dejara de bailar y para mí, este ya se había vuelto un trabajo donde podía hacer dinero fácil. Lo hable con él, lo rechace de la manera menos cruel que pude, lo único que me contesto fue: “No pienso cambiarte, así te conocí y así me gustas. Ni creas que voy a dejar de intentarlo.” Me llenaba de regalos, todos los fines de semana que me iba a ver y me llevaba una rosa, salíamos entre semana, cuando él no estaba en su despacho, es abogado, hasta que le dije que sí. A los pocos meses ya vivíamos juntos en mi departamento y el año pasado, el 20 de noviembre del 2014 nos casamos.Sé que es algo extraño, los otros chicos no lo entienden, creen que me va a detener o que me inhibe estar con él, pero no es así, sé que me es leal y yo lo soy con él; no te voy a negar que me han llegado ofertas muy generosas para tener sexo con otros hombres, pero no está en mis principios. Soy un gogo casado, solo lo amo a él.Afortunadamente ya tengo el dinero suficiente para poder regresar a estudiar, le voy a dar la sorpresa el día de su cumpleaños (2 de febrero), tengo que alejarme del ambiente, agradezco haber entrado en él, aprendes mucho, hay muchas historias que no te creerías, pero mis prioridades son otras, planeo ser un médico exitoso, cumplir un año de casado con mi marido y después quien sabe, tal vez adoptar a una niña.
Y así es como termina esta serie “Secretos de un Gogo”, con una historia de amor.
Quiero agradecerles a todos por habernos leído, no solo a mí, a JC, a Rogelio y a Alan, porque fui el medio para que dieran a conocer sus historias, historias que ni ustedes ni yo imaginábamos el drama que pueden llegar a vivir estos personajes.
Y no solo ellos, piensen: hay millones de extraños caminando por la calle, con historias que contar, con cosas que los lastiman, los hacen felices, con anécdotas como las de ustedes y las mías, y cuando los vean, ahora podrán dejar volar su imaginación y pensar “¿Cuál será su mayor secreto?”.
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