lunes, 2 de febrero de 2015



Amo Grindr. Me ha dado tantos grandes momentos y tantas grandes anécdotas. He tenido períodos de soltería donde es la primera app que abro al despertar, antes que Facebook o mi mail. Cuando estoy en relaciones tiendo a eliminarla, o dejarla de lado, pero como todo llega a su final, hoy porfin pude bajarla, abrirla y recordar porqué es tan entretenida.
Para los que no la conozcan, Grindr es una aplicación disponible en iOS, Android, Blackberry y pronto en Windows Phone, que permite, basado en la geolocalización, la creación de perfiles con mensajería instantánea. Un poco de historia, esta aplicación fue lanzada el 25 de Marzo del 2009 por Nearby Buddy Finder, LLC, siendo desde un principio muy bien evaluada. Ganó una rápida popularidad llegando a los 4 millones de usuarios en 192 países en Junio del 2012, y continúa creciento. Ha sido premiado con el Mejor Sitio móvil de citas en los iDate Awards 2011, Mejor Aplicación de Localización en el TechCrunch 2011, y nuevamente en los iDate Awards 2012, donde fue nominada en doce categorías, obteniendo los galardones de Mejor App para Mobile Dating y Mejor Nueva Tecnología. About.com la eligió la Mejor App para Dating el 2012, siendo la primera app en ser nominada, y ganar un galardón. No es tan sólo un polvo a la rápida.
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Os nove tipos de cara mais irritantes do Grindr

Quem usa apps de paquera inevitavelmente vai esbarrar com esses clichês problemáticos do mundo virtual - mas, se der sorte, também algum dos caras legais no fim da lista

Quando se está solteiro, sozinho, e com tesão recolhido, é difícil resistir à oferta do Grindr. Alguns toques na telinha do celular e uma grande matriz de possibilidades surge para o gay safado, carente ou simplesmente desocupado. Ao longo das semanas é inevitável conversar com todos os outros viados do seu bairro, descobrir quais são as bichas do seu prédio, e colecionar histórias inusitadas de encontros. Seu histórico de blocks passa a ser um dos seus recursos mais valiosos. Qualquer um com algum tempo frequentando os “apps de paquera” (é mesmo, Evaristo?) já encontrou algum dos tipos abaixo.
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Fiesta gay en Monterrey

Las crónicas de caza y pesca de experiencias cachondas, anónimas, en lugares prohibidos y sin cita, siempre forman la idea de la gran ciudad. En mayor o menor grado, Monterrey ha ido cambiando según el gobierno en turno. Hace algunos años cuando existía todavía el Barrio Antiguo, una zona nocturna de fiesta que albergaba más de doscientos locales, se tenía la idea de que en un futuro la Sultana del Norte tendría su Zona Rosa, como la Ciudad de México. Esta idea nunca prosperó: vino la guerra contra el narcotráfico y se llevó la fiesta, los horarios non-stop de todo tipo de antros, incluso las cantinas de poca monta ahora están cerradas después de las dos de la mañana.
Hace algunos meses encontré Ligue Regio, una página de fans en Facebook. En ella, un tipo desconocido que se hace llamar a sí mismo Ligue Regio, ofrecía relatos de su vida y de su forma de ligar en Monterrey, asimismo daba recomendaciones de lugares a dónde ir y cómo ligar en zonas de riesgo como baños públicos. Nacido en el municipio de Cerralvo, Ligue Regio ha ido contando su paseo homosexual desde un pequeño poblado hasta una ciudad como Monterrey, relatándola en breves crónicas, con bastante picardía. Subía fotos de los talentos locales y a veces se quejaba de los antros gays de la ciudad. Hasta ahí todo bien. La cachondería y el berrinche son territorios conocidos. Sin embargo, Ligue Regio tuvo la brillante idea de organizar fiestas para sus lectores y fans que suman más de 68 mil.


Desde el inicio de internet, la idea de una comunidad de diversidad sexual se ha transmutado del espacio real al espacio cibernético. Ligue Regio nos habla desde su propia experiencia de ese paso. Antes el gay de clóset o el abiertamente diferente tenía que viajar para hacer esa suerte de turismo sexual o del corazón. Ahora las redes sociales (las de uso exclusivo homoerótico como Manhunt o Grinder, o las de uso popular como Twitter o Facebook) hacen la mayor parte del trabajo: hay opción de decir datos como edad, tamaño del miembro, posición sexual, fetiches, incluso estatus respecto al VIH. En cierta manera ese camino sombrío para ligar se ha vuelto tecnológico: basta una computadora, un teléfono inteligente o una tableta. Un poke, un fav, un guiño.
En Monterrey hace unos diez años había espacios de ligue tan diversos como un cibercafé 24 horas, con cabinas en las que ocurría una alta actividad sexual nocturna. Ese cibercafé estaba cerca de una universidad que recibía a muchos alumnos foráneos, eso hacía que estas cabinas fueran un mar de posibilidades para aquellos que buscaban ganado extranjero o de clóset. O los baños turcos localizados muy cerca la central de autobuses, sitio que supongo similar en todas las ciudades donde la actividad de pasajes se intensifica por su punto de cruce, en esos baños la pesca es distinta pues se puede encontrar desde obreros, traileros u oficinistas, todos del tipo hombre perdido tratándose de encontrar. En ambos lugares la experiencia se relaciona con lo inmediato y lo desconocido.
Me enteré de la primera fiesta de Ligue Regio porque regularmente veía las fotos y sus relatos. He ido a dos: el Cotorreo de las gorras y el Cotorreo del Noreste Caliente. Ambas fueron en una casa muy cerca del centro de Monterrey. A cada una fui acompañado por amigos distintos. Desde la primera vez advertí que el "cotorreo" de Ligue Regio era una especie de disneylandia para aquellos que fantaseaban leyendo sus relatos, y no se atrevían a tener sexo con un desconocido o quizá a ofrecerse para dar o recibir un blowjob en un baño público, sin morirse de miedo de ser sorprendidos. La otra mitad de los asistentes eran curiosos que esperaban más depravación que la acontecida: según me dijeron algunos con los que conversé. Así que se iban o se quedaba con ganas. Ligue Regio promociona sus "cotorreos" de acuerdo a un nivel de confianza y privacidad entre los asistentes: pide que nadie tome fotos, lo cual sorpresivamente se cumple. Y explica que a sus fiestas llegan los habitantes de Narnia, los del clóset.
La casa estaba dispuesta para un evento privado. En un recibidor de muebles de vinipiel oscura estaban unos chicos de alquiler, en tanga, dando la bienvenida, y enseguida el tipo que cobraba la entrada. Si accedías desnudo, pagabas la mitad. Justo a unos pasos, atravesando un diminuto pasillo, estaba ya el cuarto oscuro. En el patio había un DJ que organizaba concursos que fracasaban de inmediato por la apatía de los asistentes. Se vendía cerveza o, incluso, podías acceder con tus propias bebidas alcohólicas. Era como una kermesse pero sin bodas de mentiras ni niños rompiéndote huevos con harina. Los chicos de alquiler se paseaban por todas las áreas de la casa, ofreciendo una hora de placer a cambio de una cantidad. Incluso, a veces los podías ver en el cuarto oscuro haciendo lo mismo por lo que cobrarían afuera, en la comodidad de un cuarto privado. Esta misma contradicción entre lo público y lo privado le ocurre a Ligue Regio como personaje cuando pide no hacerse fotografías en sus fiestas mientras en su página sube fotos de regiomontanos a los que supongo no le habrá pedido permiso para esparcir su imagen. Internet, el virus mayor.
Volviendo al cotorreo, el cuarto oscuro tenía una cama enorme al centro pues se trata de una habitación de uso común, además de un clóset abierto donde se escondían los más aventajados y dos cómodas donde se sentaban los que querían observar. ¿Observar? Claro, la ventaja (y la desventaja) de ese cuarto oscuro es que de pronto alguien rebotaba contra la pared y encendía el interruptor de electricidad: y ahí estábamos todos viéndolos. Rostros sudados por el calor regiomontano. En medio de ese trajín de cuerpos recuerdo a una jota de lo más pícara y honesta, diciendo mientras agarraba el paquete de alguno: qué grande la tienes, déjame chupártela. Entonces veías su sombra bajar y, casi enseguida, interrumpía sus movimientos y añadía: ah, pero tú la tienes más grande, tú sí que la tienes enorme, a ver, déjame agarrar al de a lado, a ver, quítate. Entonces una risa colectiva porque la jota se burlaba de todos y se salía del cuarto oscuro, gritando, para que oyéramos bien: aquí puro micropene, maricones, voy a buscar algo bueno al patio.
Esa primera fiesta marcó pauta para no planear mi regreso. Sin embargo, tiempo después un amigo me escribió para decirme que estaba en Monterrey porque había venido justamente para asistir a la fiesta de Ligue Regio (los fans envían fotos con el nombre de LR y la ciudad de procedencia). Lo acompañé porque ya conocía la jugada. En esa segunda ocasión encontré exactamente el mismo diseño: austero, chicos de alquiler, música en el patio, cuarto oscuro y caliente atmosférico. En el primer cotorreo me había defraudado que se había propuesto un performance que terminó siendo el show de un imitador de Juan Gabriel. En el segundo, el mismo show. Aunque sinceramente esperaba que hubiera algo más candente ya que esa segunda vez el tema era el Noreste Caliente: había muchos vaqueros y potranquitas. Además de una pareja de invidentes que parecía pasárselo como bomba. Terminé metiéndome al cuarto oscuro y, en una de esas que alguien rebota contra el interruptor y hace la luz, tenía junto a mí al imitador de Juan Gabriel relamiéndose los labios y echándome mano en la entrepierna.
La organización de comunidades de diversidad sexual es tan difícil (o quizá más que) como la planeación de fiestas. Lo que a unos les parece intenso, a otros les parece una parodia. En Monterrey hay mucho ligue y muchos tipos de hombres con los cuales irse a la cama. Y cuando digo "cama" sepan ustedes que puedo referirme a una cabina de baño público, una fachada de una casa a lado de alguna cantina, un motel de dos horas, una bodega de discoteca rentada por el barman como palacio para el sexo duro y veloz. Pásele, pariente.
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GAY CLICK en Santiago City

A pasos del Parque Forestal y sólo por 1000 pesos la hora, hombres de todas las edades bucean frenéticamente en los cibercafés sexo casual. Cabinas privadas, con papel higiénico, y banda ancha son las que permiten dar rienda suelta al placer homosexual del Gran Santiago. Todo gracias a la web.cam. Haga click.
Son las 12 y media de la noche y Andrés siente la necesidad de conectarse. Tiene 26 años, está terminando su carrera universitaria, vive cerca de Plaza Italia, y va a un “ciber” cercano al Museo de Bellas Artes. En cabinas privadas disfruta con imágenes dignas de películas triple xxx, cuyos protagonistas son los mismos clientes, como él, instalados a escasos metros. El uso de la webcam es crucial en estas lides, pues colocada en algunos puntos estratégicos permite mostrar su streaptease y sus proezas onanistas.
“La mayoría de las veces no se muestra el rostro. Yo no tengo problemas, soy más bien exhibicionista, pero una par de veces me ha pasado que termino de divertirme, salgo de la cabina y me encuentro con el sujeto. Y la verdad es que la sorpresa no fue muy agradable. No eran muy atractivos de cara”, cuenta Andrés.
“Revelación”, su local preferido a pocos pasos del Parque Forestal, en el exterior es similar a los otros “ciber”, pero a la calefacción se une la tenue luz que acompaña al lugar. Tres jóvenes para nada amanerados de polerón rojo dan la bienvenida. Se entrega una tarjeta  con el número de la cabina estampado en una de sus caras acreditando así el otro rol: el de cliente. Andrés debe bajar por una estrecha escalera que da al subterráneo donde se encuentran las cabinas que no son más que, cubículos de madera (de no más de 2 por 2 metros) con puerta para la privacidad (unos tras de otro y mirándose entre sí), música de fondo, más calor y arte colgado sin ningún tópico específico.

El sonido de las teclas que se adentran en el juego del cam x cam será el próximo paso. Y Andrés lo sabe: “el movimiento del mouse comenzará la aventura”.Ya en el interior de la cabina la información sobre las paredes “avisa” que es un chat interno el que ayuda a construir los nexos. Hay carpetas de archivos que contienen la más variada colección de películas pornográficas.
Andrés puede quedarse toda la noche si quiere, ya que en la semana se atiende hasta las 6 y viernes y sábado las 24 horas. Y si el problema del cliente es la limpieza, nuevamente en cada cabina se hace notar que antes de que entre un nuevo usuario, será uno de los chicos del lugar el que ordene y deje todo a la perfección para la nueva fantasía que se está a punto de explorar.
Exhibicionismo y eyaculaciones  on line
Hace ya un tiempo que en discos y saunas gays otra sugerente oferta ha tenido muy buena recepción: los dark room. Oscuridad absoluta en piezas o laberintos donde todo vale, manos ajenas tocando cuerpos ajenos, pectorales, piernas y traseros en un ambiente cargado a la seducción, y a variadas “elecciones” para tener sexo.
Los nuevos cibercafés, en cambio, son una forma más limpia y no tan directa de concretar fantasías.
A Francisco (50, trabaja en el área educación) no le gusta la exhibición de la homosexualidad en estereotipos recargados y ya conoce dos de estos cafés de encuentros. “La versión 2.0 del dark room, pero sin el dark”, dice. Y así es, ya que la luz es primordial para que la cam funcione más perfecta. Dice que por casualidad entró al que Andrés ya es asiduo, ya que “tenía que mandar urgente un mail y me di cuenta que se podían hacer otras cosas. Las ventanas se abrían en la pantalla del computador, mostrando a tipos, dándome cuenta que eran los otros clientes, así que además de mandar el mail en esa oportunidad, me masturbé para un chico de 22 años que insistía que era piola, que buscaba a alguien de similares características. Vestía bastante formal, de camisita a cuadros y chaleco de color azul, me dijo que estudiaba agronomía y que le gustaba ver a otros hombres haciéndolo.
Por un amigo supo de uno más pequeño, Liberación ( muy cerca del Centro de Extensión de la UC). Así, con las hormonas a full, la diversión le resultó grata y además barata, ya que estos cafés no cuestan más en relación a los otros: en promedio $ 800 la hora, y con horarios flexibles. Comenta que el cibercafé más pequeño promociona el cierre habitual a la 1 de la mañana y que la hora de conexión sube a mil pesos desde las 4 de la tarde en adelante. Se utiliza el programa Yahoo Messenger para la comunicación entre las 40 cabinas. Y para obtener la postura cam x cam se debe esperar la aceptación del objeto del deseo (el otro usario) cuando al clikear sobre su perfil, se abrirá una ventana y el corto de los segundos anunciará el éxito comunicativo.
El local también posee una gran cantidad de películas triple xxx a disposición, más de 20 carpetas de hardcore gay. Si el primer piso está lleno, cosa habitual por la gran demanda existente, se le deriva al subterráneo que es la sección no fumadores. Una escalera angosta es el sendero al placer y ahora el rojo cambia a verde. “Fue un chico simpático y bien dispuesto y con unos ojos espectaculares quien me llevó a mi puesto entregándome una ficha redonda de color celeste con el número de la cabina”, mientras otro de aspecto cansado y ya aburrido por el desfile de usuarios -incluso la gente espera a que se desocupe un puesto, incluidas mujeres que a eso de las nueve de la noche aparecen en mayor cantidad y que pueden ser convencidas por las carpetas de porno “straight”. Pero no siempre están ellos, a veces a la hora de cierre puedes encontrar a 2 ó 3 chicos acompañando al de caja, con peinados con gel y ropa ajustada comentando sus aventuras, “si te toca arriba puedes escucharlos perfectamente por lo reducido del local”. La otra sucursal cambia el subterráneo por un segundo piso, y otros bien dispuestos atienden con agrado y las cabinas son simplemente más oferta para la demanda.
Francisco es más osado, y a pesar de tener pareja, comenta que tienen una relación libre, “sexo es sólo sexo, nosotros tenemos algo fuerte y duradero”. Por estos días le comentaron sobre un lugar nuevo, cercano a Plaza Italia yendo por Vicuña Mackenna hacia La Florida. “No es tan parecido a los otros. Es una casa con piezas donde están los computadores, una silla y un sillón. Al parecer no hay una conexión entre los computadores. Atienden sin parar, y hasta venden condones y puedes entrar de a dos”, afirma no ocultando su curiosidad y sus “elevados” ánimos.
“En este ciber fuimos con mi pareja un miércoles como la 2 de la mañana. Es una casa de fachada moderna, tocas el timbre y el chico de recepción te abre la puerta. Nos atendió uno moreno y nos llevó a una pieza. Cerramos la puerta y fue como estar en un hospital o una consulta médica. Las paredes son de color blanco invierno y con relieve, todo extremadamente limpio. Un sillón negro de cuero, también reluciente. Música muy despacio se escuchaba a lo lejos. Y una foto de Fabricio enmarcado en dorado pegada en la pared nos miraba desafiante. Personalmente me gusta hacerlo en lugares donde otras personas puedan pillarnos”.
Otra vez solo y con ganas de aventura con desconocidos se fue al ciber de cubículos de color verde (cabinas del mismo tamaño en comparación a los del otro local) y allí comenta que fue más osado y que si lo piensa ahora, no hubiera sabido qué hacer si lo pillan.
La Pasión de Christian
Christian es muy discreto. Sólo dice que tiene entre 18 y 23 años, estudia en la universidad y muere por el porno gay, definiéndose, eso sí, bisexual. Le cargan “las locas”, se sentiría muy humillado si su familia se entera de sus gustos, y los nuevos cibercafés le atraen tanto por lo seguro que se siente dentro, como por masturbarse mirando a hombres que también lo estén “haciendo”. El sexo con mujeres tiene más aceptación en él; pero la verdad, prefiere la soledad y la fantasía. Admite, sin embargo, que ha conocido cara a cara a un par de chicos en su aventura, pero como son jóvenes como él, el dinero no es abundante, y la pornografía es el mejor aliado. Los prefirió en imágenes en vivo.
Puede pasar horas viendo cada postura de los musculosos en películas gay tituladas Italian Style, Summertime o Eruption. Y admira los cuerpos de los chicos de una conocida productora de videos pornos europea, Belami, muy cotizada entre los gays jóvenes nacionales, ya que los actores tienen bellos rostros y no son tan musculosos.
Y es también en este recinto de computadores reunidos por una causa donde las hojas blancas impresas en negro colgadas en las paredes especifican el valor de cada producto que se puede comprar dentro, que van desde pañuelos desechables ($ 350) y condones ($ 1200). Ambos bastante útiles a la falta de cualquier cosa que limpie la condición humana.
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Sauna Gay en Santiago de Chile...(relato pa morirse de la risa, jajaja )

Un sauna es como una carnicería del cuerpo. No importa tu nombre, tu historia ni qué haces, sólo cuán musculoso, marcado o “dotado” eres. Es bien fuerte. Es por eso que cuando le di esas clases magistrales a mi amigo Rafael sobre “ser gay” le advertí que estos lugares no eran para él, un ex alumno del colegio Tabancura y de la Católica, hermano de monja y de familia beata. Aquí se viene a buscar y ofrecer sexo, nada más. Y nada menos.
Tengo que reconocer que tengo una debilidad por los saunas: esa posibilidad de tener sexo sin preámbulos ni trámites y, lo que es lo mejor, sabiendo exactamente qué es lo que hay. Aquí la gente se pasea por pasillos en penumbras o te espera en la puerta de unas pequeñas y prácticas cabinas con sólo un diminuta toalla agarrada en la cintura. Uno se ahorra la frustración de enganchar con alguien, llevarlo a la casa y encontrarse con una prominente pero bien escondida guata.
Debe reconocer que tengo “experiencia internacional” en saunas. Si me preguntan por el “top one”, ese es “Buenos Aires a Full”, con una mercancía del nivel del mejor bife de chorizo. Con este background, visité, por primera vez, el “282”, el sauna gay top de Santiago, inaugurado hace varios años en el ya algo turbio barrio Bellavista. El origen del nombre no es muy original: 282 es la dirección de la misma calle Bellavista.
¿Y dónde está el condón?
Son las 4:15 de la mañana de un sábado y con mis amigos reconocemos que, aunque todavía es “temprano”, el “Bunker” no nos ofrece mucho: ya nos hemos agarrado a todos los que nos podíamos agarrar y los que no, nunca nos pescarán. Así que partimos al “282”. “Es la hora justa” comento, ya que todos dicen que recién a las cuatro empieza a llegar la gente.
Como en Chile estamos tan modernos, todo es muy natural a la entrada de este “establecimiento sauna”, como dijo el juez Daniel Calvo en su forzada confesión. El cuidador de autos nos saluda como quien se estaciona para ir a “Las Urracas”. Parece que los entendidos tenían razón: la cosa está que arde y lleno de autos por lo que nos cuesta estacionarnos. La entrada es piola, pero no camuflada. Como están las cosas, yo pensaba que habría que decir alguna contraseña o palabra clave, al más estilo del bar “Los Canallas”, algo así como que te pregunten: “ojo de loca…” y que uno responda: “… no se equivoca”. Que es el dicho más cierto de la historia.
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