sábado, 30 de abril de 2016

SANTIAGO GAY en el 2003


El circuito es reducido, pues la ubicación no es un detalle menor y la discreción es fundamental, pero aún así el clasismo pena: la discoteque más top es la Bunker y la más "popular", la Naxos; los shows que incluyen vedettos no se los pierde casi nadie; por fin hay un restaurante donde parejas homosexuales pueden disfrutar lejos de miradas burlonas, el Capricho Español, y hasta un café con piernas, el Farinelli. Los que tienen plata, en todo caso, prefieren divertirse en Buenos Aires.

***

Mientras los artículos sobre minorías sexuales escapan cada vez más de los reportes policiales y ahora engrosan las páginas donde se tratan temas de tendencias y sociedad, el clóset también se abre para quienes, hasta hace unos pocos años, no eran más que una parte del submundo de las ciudades chilenas. Los gays estaban en las cloacas. En medio de la sordidez y del silencio buscaban un lugar digno, o al menos lo suficientemente tranquilo para la diversión.

"El outing" dice Juan José, quien es un viajado periodista de una revista capitalina, y que se refiere al ya famoso concepto de salir del clóset, "ha puesto de moda los locales gays en todos partes del mundo. Creéme, da un aire de tolerancia que es muy bien visto".

Juan José conoce el barrio gay de Madrid, llamado Chueca, y se resiste a compararlo con lo que está ocurriendo en Santiago. Sin ir más lejos, el viernes 6 de junio de este año, la estudiante de filosofía Karen Castiilo y su novia, Paula, entraron a tomar una bebida gaseosa al restaurante "Pollísimo" de Plaza Italia. A los pocos minutos ambas mujeres se tomaron de las manos y se besaron en los labios. Los administradores del local se alarmaron y las echaron. Cuando Karen les preguntó por qué eran expulsadas del local, el dependiente respondió con sequedad:

"Atentan contra la moral del local y contra su prestigio", y las echó.

Sin embargo, el viernes la Corte de Apelaciones de Santiago aceptó el recurso de protección en contra del restaurante y dio una señal en contra la discriminación de las minorías en locales comerciales. Por lo tanto, el barrio Chueca y el divertimento gay, en Santiago, quizás se acerquen más de lo pensado.

CIRCUITO ACOTADO

El circuito capitalino se concentra en el barrio Bellavista, básicamente entre las calles Pio Nono y Bombero Núñez, aunque hay un par de enclaves en el sector de Providencia. La ubicación no es un detalle menor y la discreción debe ser fundamental. No en vano uno de los más sonados fracasos del rubro fue un pub discoteque que hace un par de años se instaló en pleno barrio Suecia. Nada menos que a un costado del famoso Entre Negros. No hizo falta que Miguel Piñera, el Negro, utilizara su poder para sacar a sus vecinos.

"Los clientes se sentían como si estuviera en una Expo-locas", recuerda un visitante que vio cómo el resto de los parroquianos que asistían a los demás pubs, bares y discoteques de Suecia, apuntaban con el dedo y molestaban a quien intentara ingresar, en un gesto de suma osadía, al local "de los fletos", como les llamaban. De esta manera, el pub-discoteque se mantuvo solamente un mes en funciones y debió cerrar.

Por ese motivo, muchos locales no tienen, siquiera, un letrero que los identifique. Su mejor publicidad es el "boca a boca".

CLASISMO HOMOSEXUAL

"Mira, es lamentable que se marquen tanto las clases sociales porque somos tan pocos y deberíamos ser todos uno", reclama Andrés, un joven veinteañero que antes de trabajar en una oficina del barrio El Golf atendió un encumbrado pub de homosexuales, lo cual lo convierte en voz autorizada para clasificar los locales del escuálido mercado gay criollo.

Aunque el número de pubs es mayor al de las discoteques, éstas tienen un público fiel. La más top es la Bunker, cada vez más abierta a todo público, y que incluye a rostros de la farándula que deambulan con toda tranquilidad por sus pasillos. Sin embargo, el lugar más famoso es la Fausto, disco gay por antonomasia, ubicada en avenida Santa María, a metros de los canales de TV. El local tiene más de 20 años, los que han ido decayendo con el tiempo. En el mundo homosexual, hablar de la Fausto significaba lujo, elegancia y exclusividad, nadie podía ingresar sin una invitación formal y conseguirla era un premio y un reconocimiento. Hoy, en cambio, la discoteque insignia de los homosexuales ha decaído al punto de que se programan días con entradas gratuitas.

Discos más populares son la Queen, ubicada en calle Coronel Bueras, detrás del cine arte Alameda; y la Naxos, que se encuentra en Alameda esquina San Francisco. Este último local es sindicado como un antro poco deseable y de gays de bajo nivel socioeconómico.

Claro que el mismo Andrés confirma que aquellos que realmente tienen dinero no van a ningún sitio conocido, ya que prefieren irse fuera del país de carrete de fin de semana, por ejemplo, a Buenos Aires. Hacerlo en público, aunque sea un público gay, es un riesgo innecesario que prefieren no correr.

Pero existe un extremo y se encuentra en la "Prosit", una fuente de soda de Plaza Italia, donde se congregan a rematar la juerga gays de muy pocos recursos. Casi nulos.

"Allí terminan los que no tienen para pagarse taxi ni colectivo", cuenta Andrés. "Y tienen que esperar desde que cierran las discoteques, hasta las 7 u 8 de la mañana, cuando empiezan a pasar los micros. Como no tienen nada de plata, juntan monedas entre todos y se compran un schop o un tecito, a lo más".

CAFE PARA DOS

Uno de los puntos de encuentro más concurridos es el Farinelli, que no es más que un café con piernas para gays. Ubicado en una casa en la calle Bombero Núñez, tiene el nombre pintado en una pandereta. Se trata de un local de decoración muy sencilla donde el café no se toma en una barra, sino que en mesitas cubiertas con imágenes de torsos masculinos. A la altura de la taza se visualiza el desfile de muchachos que atienden con bototos, sutién -o colaless masculino-, y ajustadas camisetas. Es el único local que funciona desde temprano (a las dos de la tarde), ya que los demás sitios abren, en promedio, a contar de las 21 horas.

El café no es ni parecido al que prepara la licenciada Tetarelli y es más caro ($ 800 el cortado), pero al igual que en los cafés del centro, el Farinelli atrae una clientela fiel y generosa. Como Marcos, un médico cuarentón que reconoce sus coqueteos con un moreno que le sirve agua mineral, elemento que resulta bastante oneroso. El médico se las paga con un billete de $5.000 y le deja el vuelto de propina. Pinta para viejo verde.

NOCHE DE COPAS

Para viejos, pero con plata, es el Capricho Español, restaurante y bar ubicado a la entrada de la calle Purísima. Sin embargo, la concurrencia no resulta nada de añosa. Más bien, son adultos jóvenes que llegan en parejas o en grupos. Los precios son normales y los platos de la carta se sirven en abundancia.

El local es sobrio y acogedor y el propio dueño, que tiene un cierto aire a Willy Sabor, saluda afectuosamente a los clientes. Un habitué del lugar dice que ha mejorado mucho desde que cambiaron al chef. Añade que antes la gente iba mucho más porque era el único lugar donde se podía ir a comer en pareja y de manera tranquila, sin que los miraran raro.

Donde la oferta es más variada es en el Bokhara, al final de calle Pio Nono. Funciona como pub y discoteque, con música en vivo y shows humorísticos. Cerca de la medianoche, se retiran las mesitas de la pista y empieza el baile. El problema es para los chicos que atienden, que deben hacer todo tipo de piruetas para llegar con los platos intactos, luego de atravesar toda la zona de baile, ya que la cocina está casi junta a la caseta del DJ.

Este es otro lugar que ha bajado nivel, debido a la política de permitir la entrada liberada hasta las 23 horas. Bokhara tiene un trago emblemático, el Long Island, que es un brebaje azul casi fosforescente que se sirve en antiguos jarros schoperos. Al preguntarle a un barman en qué consiste, él responde: "es una asquerosidad".

No hay como la pílsener.

LAS REINAS DE LA COMEDIA

Una velada puede estar completa sin baile, pero no sin show. Casi al final de Bombero Nuñez se ubica el pub Friend's. Tiene un letrero en el frontis y desde la entrada se aprecia el esfuerzo que tuvo su dueño por darle un toque temático a la ambientación, en este caso, relacionada con el cine y la TV. Del techo cuelga un enorme rollo que simula ser de celuloide. A un costado hay una réplica del Oscar. La creatividad alcanza también a la carta, donde los tragos son asociados a estrellas del cine. Según la tabla, Pedro Almodóvar toma pisco sour, George Lucas pide vaina, Nicole Kidman prefiere un Tom Collins y Olivia Newton John, una mentita frappé.

Luego se adueña del escenario una gorda que no es gorda, sino gordo. Es Macarena O'Connors y su acompañante, Bianca Rinaldi. Son dos travestis. Ambas tienen una rutina tipo café concert, donde abundan las bromas sobre la contingencia nacional. En esta oportunidad, Marcarena y Bianca muestran el encontrón entre Vivi y la Argandoña, donde la hija de Don Francisco es la que sale peor parada. En medio del show, doblan canciones: Bianca, en la onda de divas latinas y Macarena, con temas retro. Luego dan el pase a un par de vedettos que, al ritmo de la música tecno, se sacan unos pseudo uniformes y terminan sin nada más encima que una mano estratégicamente ubicada.

A LO SEINFELD

El show es lo que llena el Dionisio, que queda en Bombero Núñez antes de llegar al Bunker. No tiene letrero ni número en la puerta, pero se siente la música desde adentro. El recinto es como esos clubes gringos de comedia que se ven en series como Seinfeld. Adelante, en un pequeño escenario, se presenta el maratónico espectáculo animado por Claudia Larson y Alexandra. El primero -o primera- es una Marlene sobrealimentada, ataviada como una Miss Venezuela y que lleva con un vestido ceñido y escotado. Alexandra, en cambio, es menos producida.

Para rematar el after hour está el Bar de Willy, que hace un tiempo pasó a llamarse Foxy's. Se encuentra a la salida del Metro Los Leones. Después de las cinco de la mañana, donde los que vienen de las discoteques más top van a presenciar un show donde los vedettos no se tapan ni con la mano. Un espectáculo más democrático -y jocoso dicen- es el que se da en la carrera frenética por llegar al Bunker, antes que se termine la promoción del 2x1.

Pero ese ya es otro cuento.

LA MADRE PATRIA

Chueca es un antiguo barrio del centro de Madrid, ubicado a un par de estaciones del metro de Puerta del Sol (que sería el equivalente a Plaza Baquedano). Por lo barato que era, a mediados de los '70 se llenó de drogadictos que fueron desplazados por artistas emergentes que se tomaron el barrio. La mayoría era gays (entre ellos, un tal Pedro Almodóvar).

Para los '80, ya era un sector de la comunidad homosexual que reunía además de discos y pubs, librerías, saunas y locales segmentados. Mauricio, un cliente asiduo a los pubs gay, asegura que lo más parecido a Chueca es el Vox Pópuli, un bar de engorrosa ubicación (se le puede encontrar caminando por la calle Domínica) y buen nivel. Destaca que en España son relajados, no andan ultraproducidos como acá y sobre todo que "no existe la torrantería de que antes de las 12 de la noche entran gratis".

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