jueves, 16 de noviembre de 2017

Boate gay mais antiga do Rio, a Le Boy fecha as portas em Copacabana



Aquele 4 de abril teve sabor de despedida para quem foi à boate Le Boy, em Copacabana, o mais antigo templo da noite gay na cidade. Como sempre, a festa durou até o amanhecer. Drag queens e gogoboys se abraçaram ao fim do show, tiraram fotos no camarim e postaram nas redes sociais. Mas ninguém sabe ao certo se foi um “até breve’’ ou um ‘‘adeus’’. Dono da casa há quase 25 anos, o empresário francês Gilles Lascar jura que o fechamento, anunciado em meados de março, foi para reformas, e que a boate abrirá renovada às vésperas das Olimpíadas. Clientes e artistas da noite que lá se apresentam não têm a mesma certeza — alguns acreditam que as portas do número 102 da Rua Raul Pompeia não mais se abrirão, como adiantou a coluna de Ancelmo Gois.

— A história da Le Boy não acabou, apenas fechei para obras. Ela está fechada e vai permanecer assim durante dois ou três meses. Vamos construir uma segunda pista. Quero expandir o negócio, melhorar a casa, precisava parar esse tempo — afirma Gilles, o dono, que tem 60 anos e mora no Rio há quase 30.

FUNCIONÁRIOS DEMITIDOS

Pessoas próximas a Gilles querem acreditar na versão, mas todos os funcionários foram demitidos. O empresário garante que eles poderão voltar quando a casa reabrir.

— Não quis segurar ninguém trabalhando em um lugar fechado para reformas — explica. — Mas as portas estão abertas para qualquer um que quiser voltar.

A artista Karol Absinto, que se apresentava duas vezes por semana, ainda tem esperança, mas ouviu boatos de que a casa foi vendida e reabrirá com outro nome.


— Quando soube do fechamento, fiquei em choque por causa do cachê, que me ajudava muito. Mas a esperança é a última que morre. Ouço histórias de que a casa foi vendida, que vai abrir com outro nome, blá-blá-blá. Não sei se fechou para reformas ou para sempre. Estou com essa pulga atrás da orelha.

PÚBLICO GAY EXIGE NOVIDADES

Corre à boca miúda que a boate paulistana Bubu Lounge estaria negociando com Gilles a compra do ponto, e que a ideia é abrir uma filial carioca da casa, mantendo o perfil GLS. Mas a Bubu afirma que a notícia não tem fundamento.

Cliente antigo e amigo dos funcionários, o professor de literatura Cesar Lopes garante que a venda se tornou necessária por conta da mudança de perfil da noite gay da cidade. Na visão dele, a Le Boy não evoluiu.

— Um resumo: casa vazia, que ainda respirava pela fama de outrora, e clientes mais velhos. Assim como tudo na vida, as pessoas mudaram e este foi o grande erro do Gilles. Hoje, nós queremos open bar, gente bonita e jovem, o que não se via mais na Le Boy — opina.

Nos tempos de ouro, estilistas de renome internacional, como Calvin Klein, Jean Paul Gaultier e Valentino batiam ponto sempre que vinham ao Rio. Calvin Klein, inclusive, já teria dado um selinho em Gilles, como forma de agradecimento por uma noite ribombante. Há cinco anos, quando vieram ao Rio, Rihanna e Katy Perry dançaram a noite toda na área VIP, para delírio dos presentes.

— Entre os gringos, e também turistas brasileiros, não há boate concorrente. Todos querem ir, está em todos os guias. Mas os cariocas preferem outras casas, como a The Week, na Saúde — afirma o promoter Leonardo Dantas. — O mundo mudou. Gays e heterossexuais se misturam. Um lugar só para gays já foi importante, mas hoje é uma ideia velha — afirma.

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miércoles, 3 de mayo de 2017

UNA EXPERIENCIA EN DARK CLUB EN BOGOTA en 2009

BUENAS TARDES A TODOS, 

LES QUIERO COMENTAR MI EXPERIENCIA EN EL DARK CLUB EN BOGOTA. 

COMO NO QUIERO REALIZAR UN ESCRITO MUY EXTENSO PORQUE A VECES ABURRE, EN ESTA PRIMERA PUBLICACION SOLO HABLARE DE DICHO CLUB, YA QUE APARTE FUI A VARIOS SAUNAS Y ESO SE LOS COMENTARE LUEGO, DEPENDIENDO DE SUS IMPRESIONES. 

EL CLUB QUEDA EN EL 2DO PISO DE UN EDIFICIO PEQUEÑO, TOCAS UN TIMBRE Y AL ENTRAR PAGAS 12 MIL PESOS (VIERNES Y SABADOS)Y 10 MIL PESOS (DE DOMINGO A JUEVES) TE DAN UNA LLAVE, FRENTE A LA RECEPCION HAY UNOS LOCKERS PEQUEÑOS DONDE GUARDAS TODA TU ROPA EXCEPTO LOS ZAPATOS CON LOS CUALES SE ENTRA AL CLUB NUDISTA, EN LA MISMA RECEPCION VUELVES A ENTREGAR LA LLAVE QUE ELLOS MISMOS GUARDAN Y TE DAN UN NUMERO Y UN ESTUCHE CON DOS CONDONES Y AHI TE ABREN OTRA PUERTA QUE DA ENTRADA AL CLUB COMO TAL. 

AL ENTRAR ES UN SITIO QUE TIENES UNAS MESAS REDONDAS EN EN CENTRO (CONTE 7 MESAS DE 4 SILLAS CADA UNA) APARTE DE ALGUNAS SILLAS A LOS LADOS, A MANO DERECHA ESTAN 2 BAÑOS Y UNA DUCHA QUE TIENE UN VIDRIO, ES DECIR, SI TE BAÑAS TODOS TE VEN. AUNQUE EL SITIO TIENE LUCES OPACAS Y DE DISCO SE VE TODO! A MANO IZQUIERDA ESTA LA BARRA DONDE ENTREGAS EL NUMERO QUE TE DIERON EN LA RECEPCION Y AHI ANOTAN TODOS TUS CONSUMOS (CERVEZAS, REFRESCOS, ETC ETC) CABE ACOTAR QUE EN TODOS LOS SITIOS A LOS QUE FUI DAN TÉ Y CAFE GRATIS, APARTE DE CARAMELOS. 

BUENO A LO Q VINIMOS, EL SITIO TIENE TELEVISORES POR TODAS PARTES Y 5 CUARTOS CON CAMAS, SILLAS, MUEBLES, TV, PAPEL HIGIENICO ETC ETC, SE TIENE ACCESO A TODOS LOS CUARTOS Y TAMBIEN SE PUEDE VER TODO LO QUE PASA ADENTRO DESDE AFUERA. 

YO FUI 3 DIAS, EL SABADO ESTABA FULL... MUCHA GENTE VARONIL Y CLAROS A LO Q VAN, ESE DIA LLEGANDO ME AGARRO UN PELON DE BUEN CUERPO Y CULO Y EN EL MEDIO DE LA SALA ME EMPEZO A MAMAR EL GUEVO DE UNA, AHI SE HIZO UN CIRCULO Y NOS FUIMOS A UNO DE LOS CUARTOS Y EL TIPO ME LO MAMO BASTANTE Y MIENTRAS TANTO OTRO CARAJO LE MAMABA EN CULO A EL, LO CUAL LO PUSO MUY ARRECHO Y LE DIJO QUE SE LA METIERA (ahi todos usan condones).EL PANA QUE SE LO ESTABA COGIENDO ACABO Y LUEGO ME TOCO A MI DARLE PALO AL CARAJO, COÑO EL MORBO LO TENIA A MIL, ESTABAMOS COMO 8 PERSONAS EN ESE CUARTO Y OTROS VIENDONOS DESDE AFUERA, Y ASI COMO YO ME COGI A ESTE TIPO HABIAN OTROS EN LO MISMO, OTROS MASTURBANDOSE, TODOS BIEN ARRECHOS Y CON CARA DE MORBO! LUEGO ACABE Y PASO OTRO A DARLE GUEVO AL MEN QUE ESTABA BIEN BUENO Y CON CARA DE MACHO. 

SALI Y ME TOME UNA BIRRA, DI VUELTAS POR LOS DEMAS CUARTOS Y TODO EL MUNDO ESTABA EN LO MISMO. EL HORARIO VIERNES Y SABADOS ES DE 5 PM A 2AM Y LOS DEMAS DIAS DE 2PM A 10PM. 

ESE DIA HABIA UN SHOW DE STREEPERS A LAS 10 (COMO TODOS LOS SABADOS). 

DI OTRAS VUELTAS Y VIENDO LAS COGIDAS ME ENTRARON GANAS DE NUEVO, A LO CUAL ME FUI A UN CUARTO DONDE ESTABAN 3 CHAMOS COGIENDOSE A OTRO BLANQUITO PECOSO CON TREMENDO CULO, ME ARRIME AHI Y EL CARAJO SE TURNABA PA MAMARNOS LOS GUEVOS A TODOS, VERGA ESTABA COMO EN UNA PELICULA PORNO, ESTABA TAN EXCITADO QUE ACABE RAPIDO (20 MIN MAS O MENOS) ESO PA MI ES RAPIDO YA QUE TARDO BURDA EN ACABAR. 

BUENO VI EL RELOJ Y YA ERAN LAS 10 ASI QUE ME FUI AL SALON DE LA ENTRADA Y HABIAN ARRIMADO TODAS LAS MESAS Y DEJARON UN GRAN ESPACIO EN EL CENTRO. AHI SALIERON DOS TIPOS BIEN BUENOS, UNO VESTIDO DE POLICIA Y OTRO DE MARINERO Y EMPEZARON A HACER SU STREEPER ( UNO D LOS TIPOS DE LA BARRA ANIMABA EL SHOW Y LO QUE DIJO ES Q LOS PRESENTES PODIAN HACER DE TODO MENOS METERLE EL DEDO EN EL CULO A LOS STREEPERS) ASI Q AL QUITARLES LAS ROPAS A LOS TIPOS SALIERON COMO 5 A MAMARLES LOS GUEVOS AHI EN EL CENTRO, Y LOS STREEPERS AGARRARON A DOS Y SE LOS EMPEZARON A COGER SOBRE UNAS SILLAS AHI MISMO, MIENTRAS TODOS AL REDEDOR SE MASTURBABAN Y OTROS COGIAN, ESA VAINA ES EL PARAISO DEL SEXO! 

DESPUES QUE TERMINO LA COGIDA DE LOS STREEPERS! TODO EL MUNDO SE FUE A LOS CUARTOS Y AHI EMPEZARON LAS ORGIAS... YO ME METI EN EL ULTIMO CUARTO DONDE HABIAMOS COMO 10 TIPOS Y UNOS MAMABAN, OTROS ERAN CLAVADOS, O LAS DOS COSAS A LA VEZ, ESA FIESTA ESTUVO BUENA, AHI DURE COMO 1 HORA DANDO GUEVO PAREJO. LUEGO DE AQUI YA ESTABA CANSADO Y ME FUI A MI HOTEL. 

ESE DIA EL TIPO CATIRE DE LA RECEPCION SIEMPRE QUE ME VEIA ME PREGUNTABA QUE TAL ME IBA, CREO Q ESTABA FULL PENDIENTE PORQUE AL LLEGAR ME PREGUNTO DE DONDE ERA Y LE DIJE Q DE VENEZUELA. APARTE ESTE MISMO TIPO O EL DE LA BARRA SIEMPRE ANDAN LIMPIANDO LOS CUARTOS Y LOS PASILLOS, PASANDO COLETO Y ESAS VAINAS, COLOCANDO PAPEL HIGIENICO ETC ETC... UNA COSA QUE SE ME OLVIDABA EN LA BARRA REPARTEN CONDONES POR SI SE TE ACABAN Y ADEMAS TIENEN SERVICIO DE TAXI, AL SALIR EL DE LA RECEPCION ME PREGUNTO SI ME LLAMABA UN TAXI Y ASI LO HIZO. 

QUEDE TAN SATISFECHO QUE FUI DOS DIAS MAS, Y AUNQUE NO HABIA TANTA GENTE COMO ESE SABADO LA PASE DEL CARAJO, Y EN CADA IDA ACABE MAS DE TRES VECES DANDOLE GUEVO A OTROS CARAJOS! 

DE PANA SE LOS RECOMIENDO, YO NO SE SI TUVE SUERTE PERO LOS PASIVOS QUE HABIAN LOS DIAS QUE FUI ERAN FULL VARONILES, SIMPATICOS Y CON BUEN CUERPO, CLARO HAY PA TODOS LOS GUSTOS, Y VI ACTIVOS CON BUENAS VERGAS Y BIEN BUENOS TAMBIEN, CON LOS CUALES ME HICE UNAS PAJAS RICAS. 

POST DATA: DISCULPEN TANTA HABLADERA DE PAJA PERO FUE LA FORMA MAS RESUMIDA QUE ENCONTRE PA CONTARLES LOS HECHOS, SI QUIEREN MAS DETALLES SOLO PREGUNTEN. 

AQUI UN MACHO SATISFECHO POR ESA VISITA A COLOMBIA.

un relato encontrado en la red
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SITIOS HARDCORE GAY EN BOGOTA

Me pasa todo el tiempo que quiero viajar hacia alguna ciudad y quisiera saber donde es la movida ...la rumba o sitios de sexo...y generalmente en la guías aparecen los establecimientos que pagan por ser publicados y cuando vas te llevas una decepción grande.

Por eso surge esta pagina ,para brindarte una visión imparcial de lo que sucede en el entretenimiento gay en Colombia.

Primero hay que tener claro que te gusta y que buscas con ese fin ire publicando diferentes planes para diferentes gustos.

Es muy importante esto, pues si lo que buscas es sexo hardcore o cruising y le preguntas a una persona que no acostumbra a vivir estas experiencias ,entonces no sabrá donde llevarte o peor aun por vergüenza o mojigateria harán como si no supieran. O viceversa .

Hay personas que le gusta contactar a la gente de la ciudad a la que van para enterarse mejor de a donde ir . Yo especialmente lo hago pero con precaución pues a veces la gente anfitriona te lleva donde les gusta a ellos y generalmente los habitantes de las ciudades tienen prejuicios respecto a otros sitios ,y puede pasar que te quedes sin conocer sitios que te gustarían. Mi concejo es anda ...experimenta. Ahora si te da pereza o no tienes tiempo, para eso estoy yo para facilitarte encontrar lo que buscas.

Hoy hablare de los sitios de encuentro sexual EN BOGOTA para las personas que les gusta el sexo fuerte, guarro, hardcore (como le quieran llamar). Bogota es una ciudad que poco a poco se abre a nuevas practicas sexuales...se que en la intimidad se practican mucho pero el tema de los sitios para practicarlos abiertamente aun son pocos pero acá les contare de ellos.

Comenzamos hablando de MANBAR ( cll65# 13-61 segundo piso). Es un bar con temática leather y sado .la idea es llegar, tomarte una cerveza y después pasar a la zona oscura , donde hay hamacas y zonas donde tener sexo en frente de todos , claro esta con poca luz. Si eres de los que prefieren la locura a la belleza , este es un buen sitio.....claro no vayas pensando en que es un sitio como los de las mismas características en Europa, el casting de hombres es brutalmente diferente. Pero con suerte y un poco de desinhicion puedes llegar a pasarla muy bien.....los mejores días son los viernes y sábados la entrada oscila entre 10.000 y 15.000 pesos colombianos y te da derecho a un trago y condón si quieres usarlo. No es nudista (solo es fiestas especiales es nudista).

Si hablamos de sitios de sexo fuerte en bogota debemos hablar DARK CLUB (CLL64#13-35 SEGUNDO PISO) .Es un sitio amplio recién remodelado con hamacas y diferentes elementos para sexo fetichista.....No hay cuartos para encerrarse...todo el sexo es publico. 

Es un sitio para el que le gusta el exhibicionismo , Si gustas de hombres mayores vergones es tu sitio. Si te gustan lo hombres jóvenes y arrechos , también es tu sitio . Si te gustan los fluidos y el sexo desinhibido DARK CLUB es una muy buena opción. Pero si no eres capas de tener sexo en publico , si no te gusta ver gente teniendo sexo bareback o teniendo practicas extremas , o las orgías .....definitivamente no es tu sitio. Lo aclaro por que para mucha gente puede ser un ambiente muy pesado . EL MEJOR DIA ES EL VIERNES , HACEN SEXO EN VIVO Y SE LLENA MAS. la entrada cuesta entre 30.000 o 35.000 pesos colombianos

Por ultimo tenemos a CONTACTO LATINO (CLL 65#13-30 CUARTO PISO) .Este es un sitio esteticamente diferente es mas luminoso y de un aseo impecable . tiene salas de de televisión , otras de porno, cuaros oscuros y terraza para fumadores. Tambien tiene cabinas privadas....hay días nudistas ,otros de ropa interior y otros de camisetas solamente...yo prefiero estar siempre desnudo. Como digo esteticamente es mas ordenado y tradicional, pero la lujuria si esta al tope. Tienes para todos los gustos : maduros vergones, jovenes guapos ,gente que le gusta el sexo fuerte en publico y en privado.......es una opcion buena si deseas lujuria pero sin un ambiente tan pesado. habre todo la semana y tiene la ventaja que todos los dias hay gente. La entrada cuesta entre 12.000 y 15.000 pesos colombianos.

bueno esos son mis recomendados si quieres sexo guarro......mas adelante hablaremos de mas sitios de cruising y de mas cosas.
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Porqué Sao Paulo es el próximo paraíso gay de Latinoamérica



Llegue a São Paulo hace tres años y desde entonces he mantenido un intenso romance con esta esta enorme metrópoli; es vibrante, divertida, salvaje y a veces irreal. Me ha dado la oportunidad de conocer a muchas personas quienes me han mostrado la cara más gay friendly de la ciudad.

Sao Paulo, también conocida como SP o Sampa, es una excelente opción turística para el gay que adora la vida nocturna, sobre todo aquellos que disfrutamos más de un club lleno de chicos guapos que de una linda vista de un río al atardecer. Sampa es excelente para venir a reventarse de lunes a domingo, para todo tipo de gustos y clases sociales.

Sin embargo, una de las cosas que más me llamo la atención a mi llegada es que aún cuando SP cuenta con antros gay increíbles, la verdadera vida nocturna se lleva a cabo en fiestas undergorund. Sí, me costó trabajo acostumbrarme en un principio, pero una vez que me metí en este mundo ya no pude salir.

Es verdad que Sao Paulo es más gay friendly que el resto de Brasil, es un punto en el que fluyen todo tipo de ideologías y pensamientos, por lo tanto existe mayor tolerancia; En el centro de la ciudad es común ver a las parejas tomadas de la mano o grupos de gay que se reúnen para comadrear o para pasar el rato, sin que nadie les preste la mayor atención. A su vez encontramos a todo tipo de gays: circuiteras, osos, pasibarbonas, leathers, darks, lenchas, chacales, chichifos, trans, drag queens, heterocuriosos y demás especies humanas.

Desde mi percepción encuentro mucho más tolerancia hacia lo diferente en Sampa que en otras urbes latinoamericanas, incluso creo que las personas hacen un esfuerzo para salir de la cotidianidad, para verse únicos y llamar la atención.

Para cada una de estas tribus urbanas existen diferentes colectivos que organizan fiestas periódicas, casi siempre mensuales. Son fiestas que casi siempre son baratas, tienen una propuesta clara y especial. Siempre hay performances o interpretaciones artísticas y muchas de ellas son en la calle, al aire libre.


A continuación describiré algunos de los colectivos que más me gustan.

El colectivo de gitanos “Venga-Venga”, En esta fiesta tocan música con influencias eslavas o árabes, muchas personas se disfrazan como gitanos y el contexto siempre está basado en esta cultura.

Gambiarra es una fiesta típica de domingo que siempre alterna de lugar. Es de las más populares puesto que reúne a cientos o hasta miles de gays; incluso ha sido considerada la mejor fiesta de la ciudad. Tocan principalmente música nacional, tipo samba, MPB (música popular brasileira). Es frecuentada por actores de teatro y demás artistas brasileños.

Sampa es tan maravilloso que se puede encontrar fiestas en el medio del día que generalmente son gratuitas, solo basta con acercarse a la plaza Dom Jose Gaspar, donde se reúne el colectivo llamado Selvagem. Es la favorita de mis amigos puesto que llegan un montón de chicos ultra guapos mientras suena la música electrónica tipo deep house. En definitiva es uno de los colectivos más fresas y tranquilos, ideal para socializar, aunque en Sao Paulo nada puede considerarse del todo tranquilo.



Pero si hablamos de algo verdaderamente alternativo, creo que la opción fantásticamente destructiva es Capslock. Ellos de igual manera se reúnen una vez al mes y les gusta revelar la ubicación del evento hasta el mero día, lo cual no es obstáculo para que se abarrote de gente que adora alterarse los sentidos mediante sustancias químicas y bailar música electrónica hasta que el cuerpo aguante.

Este colectivo es verdaderamente underground respecto a sus asistentes y performances. He ido a fiestas que fueron organizadas en una bodega de trenes o en una fábrica abandonada. Además me he encontrado con muchos personajes diferentes, infinidad de gente… demasiada información, simplemente too much.

Pero si lo que buscamos es algo más liberal y verdaderamente underground, Sao Paulo es tu ciudad, hay cosas que nunca me imaginé que existirían, pero que son reales. Hay un colectivo que se hace llamar Projeto Luxuria, la primera vez que llegué a esta fiesta ¡Se me fue la mandíbula hasta el suelo con todo lo que vi!

Es una fiesta que como su propio nombre lo indica engloba los 7 pecados capitales, teniendo a la lujuria como el principal de ellos. Es una fiesta fetichista inspirada en clubes extranjeros, en la que predomina el cuero, el látex, el BDSM, la podolatria y muchos otros placeres generalmente reprimidos.

El sexo explícito está prohibido, sin embargo hay espacios privados en la que exhibicionistas y voyeristas pueden divertirse al máximo. En otras palabras es una fiesta en la que se hacen realidad cualquier tipo de fantasías.

Los temas de la fiesta cambian cada mes y van desde los vampiros, Fardas (Uniformes), criaturas de la noche, militares, hasta “Hacienda” (vaqueros o animales). Nadie puede entrar con jeans y tenis, te debes caracterizar de acuerdo al tema de la noche, sin caer en infantilismos, es una fiesta de fetiches, no de disfraces.

El común de las personas no es tan gay, ni tan hetero, simplemente es gente libertina que disfruta de los placeres sin límites, todo mundo es bienvenido, pero que esperamos, todo Sao Paulo es así.


Sin embargo, la fiesta más erótica y placentera de la ciudad es la Pop Porn Party. ¿Alguna vez pensaste llegar a un club en donde la mayoría de las personas está semidesnuda o completamente sin ropa? Y no estoy hablando de 50 personas estoy hablando de más de 500 o ¡hasta mil asistentes!

Además es muy barata, cuesta como 25 reales entrar (6 USD). Aquí todo está permitido, puedes hacer lo que quieras en donde quieras, nadie te va a limitar. El nudismo en esta fiesta no sólo es tolerado, es incluso promovido. A las primeras 50 personas que se desnuden totalmente se les invita un trago.

La gente que se siente a gusto con su cuerpo puede mostrarse libremente sin temor a ser criticado, al fin todo mundo está en pelotas o con una máscara. En cada locación se busca que haya un dark room enorme, que en las madrugadas se atasca; es como si fueran dos fiestas en una misma. Es uno de los lugares más hardcore que se puedan encontrar en el mundo.


En general en Sao Paulo la gente es bien guapa. Aquí hay de todas las razas y para todos los gustos, lo que vuelve a esta inmensa ciudad en un punto perfecto para que los gay de todo el mundo vengan a disfrutar de caipirinhas, sexo y demás excesos que en pocos lugares se disfrutan tan abiertamente. Sólo no olviden estar acompañados de un paulistano que los oriente por los lugares que vale la pena conocer de acuerdo a los gustos de cada persona. Esta ciudad es una jungla de asfalto y debes estar siempre atento con todo y con todos.

Existen otros tipos de fiestas que siempre son en el mismo club: por ejemplo el paraíso de las circuiteras que es “The week”, uno de los mejores clubs del mundo; la mejor música electrónica está en “D-Edge”; el show de drag queens en “Blue Space” y los gays más guapos, fresas y arrogantes están en “Lions” y “Yatch”.

Otros colectivos que vale la pena seguirles la pista son los “freebeats”, “insomnio”, “voodohop”, “jaca”, “javali”, entre otros. Éntrale a explorar sus páginas de FB y opina cuál te llamó más la atención.
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miércoles, 29 de marzo de 2017

Cuarto oscuro – Darkroom


Suelen funcionar en bares gay, escondidos en gimnasios, clubes privados, saunas o cruzando alguna puerta muda que conduce al territorio oscuro. Detrás o arriba o en el paso casual entre dos telas negras, sucede el dark room. Una, o varias, habitaciones ciegas. Una terraza inmensa o el sótano. Un auténtico laberinto de pasiones. En este espacio el sexo anónimo, responsable y grupal debería ser protagonista.


En los dark rooms el sexo es violento. Nada de conversación, nada de caricias. Allí están cincuenta hombres desnudos en una sala oscura reunidos por un solo motivo: el deseo de satisfacer las fantasías sexuales, hasta el extremo, mientras la otra persona lo autorice. Todos coinciden que en México, los cuartos oscuros aparecieron en la década del ochenta a consecuencia de la prohibición de los vapores. Actualmente funcionan de manera clandestina aunque la mayor parte de la población de la Ciudad de México sabe que existen. Se concentran en Zona Rosa y colonia Roma pero los hay en la Alameda, en San Rafael, en Algarín, Cuauhtémoc, en la Del Valle y en Ciudad Neza. Este último se precia de tener el “cuarto oscuro más grande de todos los antros”.





Enciende mi fuego



El entrevistado abre su agenda de piel marrón donde, en la solapa, guarda el recorte de una guía gay en el que se anuncia la apertura de un antro nuevo sobre calle Durango, al límite de colonia Condesa. En el anuncio la única clave es que se presenta como ‘club privado’. “Igual me doy una vuelta”, dice. Los conoce a todos. Su primera vez fue a los veinte años: “Llegué a ellos a través de Internet. Soy un cibersex adict. Gran parte de mi círculo gay proviene de la Internet”. Para él, ya no era suficiente tener relaciones sexuales o mirar. Necesitaba algo más fuerte. “Soy un voyeurista, un exhibicionista, en esos lugares tú puedes hacer eso”. Un toque en la entrepierna, una mirada correspondida, códigos propios van a ir guiando la escena. Gemidos, música. En la esquina de un techo, luz roja imperceptible. Por momentos, olor a popper.



“Hay algo extraño en el total anonimato y en eso de no tener nada que ver con la persona con la que estás. Ahí adentro puedes vivir tus perversiones mientras el otro lo permita. Es como un club. Tú llegas a una casa de tres pisos, hay una recepción, luego un pasillo con máquinas, porque simula ser un gimnasio, y lockers, para que dejes tu ropa. En el primer piso, está el sauna, también oscuro. Arriba, está el dark room, con camas, con televisores que proyectan todo el tiempo pornografía”. Hay algunos de estos lugares que funcionan como antros o discos pero, por ejemplo, una vez al mes hacen fiestas en las que “solo puedes ingresar encuerado”. Otros, son espacios improvisados al fondo de un bar. Los consultados aseguran que en México están los más grandes del mundo. Ni en Barcelona ni en Berlín “hay cuartos oscuros como los de aquí: casas de cuatro pisos, con sótanos; o casas que se conectan por la azotea, enormes”. El sexo es siempre entre desconocidos y sube de tono hasta que puede ponerse violento. “No le vas a hacer el amor a nadie, vas a coger, nada más y el secreto está en no hablar. Si alguien quiere platicar, para mí pierde el encanto”, cuenta otro entrevistado, también asiduo a los espacios carnales, aunque actualmente reconoce que ha quedado “un poco asqueado” de esta rutina sexual.





Tu casa es mi casa



Los hay muy distintos aunque ninguno se lleva el premio a la higiene y el servicio. Todos los hombres consultados coinciden que el más denso del DF es La Casita. En La Casita hay cuartos del todo negros, sin referencias de ningún tipo. Regularmente están llenos de hombres. Son dos casas grandes conectadas por medio de una terraza y también se usan los sótanos. “Entras por un pasillo al que dan muchas puertas, en cada puerta tienes hombres que te tocan y te invitan, nunca sabes quien. No ves nada. Es excitante pero a mí me dio miedo”, describe uno de los informantes y coinciden los otros. La Casita es sucia, se ven condones tirados en el piso, huele horrible, abajo hay un sótano para sadomasoquismo. Está vieja, descuidada, demasiado grande y demasiado bizarra. Como funciona las 24 horas, no te atrevas a pensar desde cuándo no se limpia.



“Lo fuerte de rescatar es la trasgresión de los cuerpos. Hay una violencia fuerte. No le importas en lo más mínimo a la otra persona sino que se trata de llevar al extremo una experiencia sexual que, aunque no es común, puede terminar en orgías o, por lo menos, en tríos”. El sentimiento está anulado. “La primera vez fui acompañado, en plan pareja. Me encantó pero para volver solo”. Disfrutar la adrenalina de fornicar azarosamente con cualquiera.





Burdel de hombres



Margaret Clap, también conocida como “Madre Clap”, fue la regenta de una de las más populares molly houses de Londres. Fue arrestada a mediados de 1726 y su burdel de sodomitas clausurado en nombre de las buenas maneras. La historia de estos lugares encuentra antecedentes en todo el mundo, principalmente en Londres, París y en las grandes ciudades alemanas. La primera molly house, de la que se tiene certeza de existencia, se remonta al año 1690. ‘La comunidad’ siempre ha buscado la voluptuosidad. En palabras del más joven de los consultados, “el pedo (el asunto) gay es muy sexual”.



A principios del siglo XVIII surgió en Inglaterra la Sociedad para la Reforma de Conductas que condujo a una serie de redadas policiales que clausuraron varios lugares de encuentros sodomitas. Sólo durante el año 1726 cerraron una veintena de Molly Houses. En el slang del momento se llamaba despectivamente a los homosexuales bajo el apelativo de mollies, palabra inicialmente utilizaba para nombrar a las prostitutas.



En los registros de aquella época, y en palabras de uno de los agentes infiltrados, las Molly houses fueron descriptas como “casas en las que los hombres se sientan en la falda de otros hombres hablando sucio y practicando demasiadas indecencias”. En el informe policial, se destacaba que estos hombres se llamaban entre sí ‘madame’ o se dirigían como ‘your ladyship’ y también adoptaban nombres femeninos como ‘Princesa Serafina’ o ‘María Madgalena’.



Las descripciones coinciden en que eran “grandes salones con un cuarto adjunto, llamado ‘la capilla’, donde los mollies se retiraban para tener sexo o, como ellos mismos decían, para “matrimoniarse”. Estas primeras redadas empezaron en las tabernas pero se extendieron a casas particulares donde también se organizaban estos burdeles clandestinos.



Durante todo el período de persecución a estas prácticas -desde finales del siglo XVII a mediados del XVIII- hubo una gran ola de suicidios de mollies ya que a la detención judicial seguía una rutina de torturas y ejecuciones (pena de muerte) que muchos prefirieron no vivenciar. Por otra parte, también había detenidos que, lejos del estereotipo gay, debían enfrentar a sus esposas e hijos reconociendo que habían incurrido en “uno de los peores pecados contra Dios y la naturaleza”, como se consideraba la sodomía.



Si bien estas sociedades reformadoras tuvieron éxito en la disminución de herejes y prostitutas en las calles de Londres, no lograron su objetivo respecto a los homosexuales. Según el Reverendo Thomas Bray, uno de los líderes de la Sociedad, los sodomitas constituían “una fuerza demoníaca invadiendo nuestra tierra”. A lo largo de esta represión, también surgieron resistencias violentas que usualmente fueron contenidas por la policía.





¡Bareback Mountain!



En México los vapores, antecedentes directos, existieron desde la década del sesenta y algunas ciudades gay friendly, como Buenos Aires, incorporan los cuartos oscuros como parte de las atracciones turísticas.



En estos locales nunca faltan las cervezas ni los refrescos pero, por ahí, no venden condones. La desaprensión de los dueños de los lugares por las medidas sanitarias incluye la insólita situación de que, en un lugar diseñado para tener sexo, no se consigan condones.



El promedio del cover es de ochenta pesos aunque la mayoría pagaría más por un mejor lugar. “Limpio, con preservativos, con un buen vapor y aplicando restricciones”, son, en resumidas cuentas, las demandas de los clientes. Si bien varias organizaciones -en sus campañas de concientización del VIH- han realizado registros concretos de los cuartos oscuros en la ciudad de México, el vacío legal y administrativo que hay respecto a la regulación del funcionamiento de bares gays, entre otros, ha dificultado la tarea profiláctica. La promoción del uso de condones puede ser interpretada por las autoridades como evidencia de comercio sexual, prostitución, y los locales son sistemáticamente clausurados. Los cuartos oscuros están prohibidos y no logran superar la instancia clandestina que ni siquiera les permite dar ni el más mínimo servicio como es el de ofrecer condones. Protegerse mediante preservativos es una necesidad instalada desde la aparición del SIDA, cuando se dio gran impulso al consejo profiláctico. Sin embargo, actualmente, algunos grupos relativizan este imperativo. “Hay un movimiento gay, el Bareback, que promueve coger sin condón. Se anuncian en Internet, hay comunidades barebacks. Yo hacía una broma que decía que la película Brokeback Mountain, en realidad, era Bareback Mountain porque yo no vi que usaran condón”, cuenta chistoso el buen informante. Otra constante en los dark rooms es el consumo de popper. En los locales no se vende pero todos llevan. El popper es un nitrato que se inhala provocando desinhibición y euforia. Si se esparce en un sauna, apesta.



Otro cantar es el estado en el que llegan estos visitantes y eso depende de la hora. Como funcionan todo el día, o con gran amplitud de horarios, es muy distinto el oficinista que almuerza en un cuarto oscuro a aquel que hace el after de un fiesta o el habitué que prefiere ir los lunes y martes. En general, los domingos a la tarde es ‘zona gay por excelencia’.


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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Movida gay nocturna se diversifica y profesionaliza en Montevideo


La movida gay nocturna montevideana se expande y diversifica, nutriéndose de público local y de turistas. A las discotecas, se suman restaurantes, hoteles y ofertas teatrales dedicadas a los amantes de la "diversidad sexual".

Montevideo tiene tres discotecas ya tradicionales donde se concentra el público gay: la más antigua es "Caín" (en Cerro Largo y Arenal Grande), a la que concurren en especial los más jóvenes. Tiene una buena infraestructura, shows de transformistas y DJ reconocidos nacionales y extranjeros.

"Il Tempo" (en el Parque Rodó) y "Small Club" (Brandzen 2172, bis) trabajan en forma conjunta. La primera es una discoteca y el segundo un pub, estilo café concert, donde se puede cenar, tomar algo y es habitual hacer la denominada "previa" a la discoteca.

La otra discoteca es "Chains" (en Soriano 827), que cuenta con espectáculos de humor y transformismo.

"Estos son los lugares más exclusivos de la noche montevideana, aseguró Ariel Núñez, de Gay Travel Map (una guía de servicios para el turismo gay que se edita en varias ciudades de América), quien reside en Buenos Aires.

"Si tenemos que hacer comparaciones, que siempre son odiosas a mi parecer, podemos decir que la noche porteña dura toda la semana, cosa que no ocurre en Montevideo", donde la movida va de miércoles a domingo, comentó.

Núñez señaló que otro "movimiento importante que se está dando" es la movida teatral, "que en Buenos Aires cuenta con gran cantidad de obras temáticas". Agregó que en Montevideo "está empezando a armarse un movimiento teatral con obras autóctonas".

Turismo.

Uruguay capta una parte significativa del turismo gay de la región, hasta el punto que fue catalogado como el país "más amigable" para el turismo gay en América Latina y el sexto en el mundo por la revista Spartacus (referente mundial del turismo de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (LGBT).

Adrián Russo, representante de la Mesa de Turismo Friendly en el Conglomerado de Turismo de Montevideo, destacó la profesionalización del sector. "Hay más hoteles, más entretenimiento, mejor gastronomía, más oferta cultural" para ese segmento", dijo.

Según Ruso, las discotecas y pubs eran "una necesidad del colectivo" de tener lugar "donde no se viviera la discriminación que podía existir en otros lugares". "Hay mucha gente que se pregunta si una discoteca gay no está discriminando" a otro sector de la población. "Lo que pasa con esto es que la gente de la comunidad tiene un lugar donde estar tranquila con su pareja, sin que nadie les diga nada si se toman de la mano o se dan un beso", relató.

Agregó que él "no lo llamaría moda", pero "cada vez viene más gente heterosexual a bailar a lugares gay o gay friendly".

"Las chicas van a veces a lugares heterosexuales y los chicos las cargan o acosan; acá es más libre, vienen, disfrutan de la movida y listo", explicó.

"Creo que es otro punto de referencia. Antes había algunos lugares de heterosexuales donde la gente gay iba y se sentía bien, o iba directamente a un boliche gay. En este caso, el público heterosexual empieza a elegir el lugar gay por tranquilidad, más disfrute, porque dice que la gente es más divertida y libre. Eso también ha profesionalizado mucho y originado propuestas divertidas", sostuvo.

Ricardo Acosta es uno de los propietarios de "Caín", que en diciembre de este año celebrará 17 años de existencia. Dijo que el cambio más grande lo notó unos siete años atrás, "cuando Montevideo comenzó a identificarse con lo que venía de Europa, Estados Unidos o Buenos Aires, de salir del closet y de los derechos de los homosexuales".

"Empezó a haber una movida gay socialmente aceptada y valorada por los comerciantes", afirmó. Señaló que a "Caín" va también publico heterosexual. "Es un boliche hetero friendly. Antes quizás era más cerrado". La discoteca es uno de los lugares referentes para el turismo gay que llega al país. "Trabajamos con muchísimo turismo, en feriado largos y en vacaciones se llena de brasileños", que en general se informan antes de viajar sobre los principales centros de la movida nocturna gay.

Carlos Sarli, uno de los socios de Acosta, acotó que el fenómeno también se da desde el interior hacia Montevideo. "Empecé a darme cuenta de eso, de gente que viene a pasar el fin de semana para venir al boliche. Reservan hotel cerca y vienen del interior, donde no tienen muchas opciones". Contó que hay jóvenes que llegan con un bolso de ropa para cambiarse en el propio boliche.

"Si recorrés las discotecas, el espíritu que tiene una disco gay es totalmente libre. No está todo el mundo observando qué hacen los demás, como en una disco hetero, sino que cada uno hace lo que quiere. Esa es una característica que tiene `Caín` y a mucho público hetero le termina gustando eso de sentirse libre", agregó Sarli.

Tanto "Caín" como "Il Tempo" tienen previsto realizar fiestas hoy viernes, luego de la Marcha de la Diversidad

En tanto, una vez al mes se realiza la fiesta Zarp; el lugar varía en cada ocasión. Esta fiesta surgió de la iniciativa de dos amigos (Flavio Pazos y Raúl Almandós) de hacer algo distinto en la escena gay local.

"Notábamos la falta de propuestas para nuestros amigos y conocidos. Hace ya más de un año que nos encontramos con Raúl en un boliche y los dos poco conformes con lo que veíamos decidimos juntarnos y hacer esta fiesta". Debido al éxito que tuvo, "la gente nos pedía que hiciéramos otra, y así fue, que decidimos hacer una al mes. Intentando llevar a nuestros amigos a los mejores boliches o posibles locaciones de Montevideo", dijo Pazos.

La fiesta se hizo en W Lounge, Lotus y Plaza Arocena, entre otros sitios.
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domingo, 6 de noviembre de 2016

Cómo sobrevivir a una noche de antro gay en Ciudad de México

Pese a los avances en el reconocimiento de la diversidad sexual y en particular del movimiento gay durante las últimas décadas, las resistencias —y aun la intolerancia— permanecen. Pero las expresiones de esa diversidad continúan, cada vez más visibles, como lo muestra esta edición sobre la actualidad de sus ambientes, manifestaciones culturales y literarias. Iniciamos con un recorrido libre de todo clóset y censura por algunos de los antros que forman parte del mapa actual, un tanto subterráneo, un tanto clandestino, de los espacios distintivos de la fiesta y el ligue en la vida gay capitalina.


Por Wenceslao Bruciaga

No recuerdo si el Viena fue mi primer bar gay. A mediados de los años noventa circulaba de forma gratuita Ser Gay, un pasquín del tamaño de un cuarto de una hoja carta que conforme la desdoblabas llegaba a ser tan grande o más que un periódico Excélsior de los sesenta, las yemas de los dedos te quedaban embadurnadas de manchas negras y casi indelebles, como esas que te ponen después de votar en una elección. Ser Gay era una guía de tiendas, sex shops, antros y clasificados de hombres buscando café, sexo y amor. Ahí vi el nombre del Viena por primera vez. Que se describiera como cervecería y cantina me significaba una probable fantasía de hombres que quizás la encarnaran con sobredosis de testosterona de una mezcla entre cualquiera de los Hermanos Almada y Humberto Zurita; que no tuviera cover era una gran ventaja para que la calentura homosexual pudiera liberarse a chorros a los 18 años.

Sí habían varios sombreros vaqueros flotando por encima de las mesas cuadradas de formaica que intentaban dar el gatazo de madera, pero eran más bien como variaciones de Enrique Álvarez Félix ligando con sombrero vaquero. Creo que los señores que llamaban mi atención no vestían como los Hermanos Almada sino como Sergio Goyri cuando daba vida al detective Belascoarán, en las películas inspiradas en Paco Ignacio Taibo II.

No sé porqué se me vino el nombre del Viena a la cabeza cuando el Carlos Velázquez preguntó por una cantina para beber cervezas después de una mesa en la que discutimos sobre el Nobel de Literatura a Bob Dylan; después Víctor Lenore presentaría su libro Indies, hipsters y gafapastas, cuyo nombre es genialmente engañoso pues se trata de una feroz crítica a una de las generaciones más consumistas y enajenadas de la historia, en el marco de la FIL del Zócalo 2016.

Tal vez no queríamos vernos indies sentándonos en cualquier lugar de mesas comunales y cervezas artesanales de casi cien pesos cada botella después de la reflexión del Víctor.
El Viena

Siglos (por aquello de que el régimen del tiempo gay, a veces, me da la impresión que es similar a la edad de los perros: tres meses de relación estable con otro cabrón parecen dignos de bodas de plata) de no pisar el Viena, la cervecería a unos cuantos pasos del Eje Lázaro Cárdenas, en República de Cuba, en el Centro Histórico, al lado de otra cantina, El Oasis, un centro de espectáculo travesti, de homosexualidad fosforescente y algo grupera.

En 2016 los sombreros vaqueros siguen apareciendo en el Viena, aunque ahora los portan algo así como clones de AB Soto, el cantante de Los Ángeles que es la versión jotísima hardcore de Gerardo Ortiz cuyo motivo ideológico, según él, es burlarse de los estereotipos más comunes del machismo mexicano entre lentejuelas y un descarado asalto al fetiche naif-porn de los artistas Pierre et Gilles; yo digo que justificar la jotería teorizando tus actos es una forma de ondear la bandera blanca en la guerra contra la moral buga.

Jotéale sin dar explicaciones y que los bugas se chinguen y se aguanten. Sólo los culpables se justifican. En fin, incluso hay quienes se recortan la barba con la misma contención que Soto.

Nos sentamos alrededor de la mesa, el Velázquez, Lenore, Ángela, Idalia y el David Celestino. También permanecen intactos los mismos espejos panorámicos en la parte izquierda del Viena y los mismos meseros gruñones de bigotes anticuados que me sirvieron mi primera cerveza hace más de treinta años, resignados a atender a parroquianos homosexuales desde poco después de la segunda mitad del siglo pasado, cuando el Viena abrió sus puertas por primera vez y casi en automático se convirtió en un refugio clandestino para homosexuales de la capital azteca (según el historiador y activista gay Alonso Hernández el Viena asumió oficialmente su estatus de cantina gay hasta el 2000), sólo que ahora caminan un poco más jorobados que de costumbre, fatigados y canosos y con actitud regañona pero bondadosa al mismo tiempo.

—¿Qué cerveza tiene?

—¡Qué no está viendo la carta que tiene frente a sus narices!

Nos gritó con una sonrisa con la que era difícil molestarse. Los meseros no son los únicos. Otras cosas han cambiado: ahora las mesas son redondas, adheridas al piso, y muchas tienen en el centro enormes artefactos que consisten en un tubo transparente como de un metro de largo relleno de cerveza, han puesto macetas y sillones naranjas al centro y banderas de arcoiris y parece la retorcida combinación de una cafetería Vips de provincia con el lobby de un hotel del tipo Fiesta Inn.

Sigue siendo un punto de encuentro para gays, aunque los solitarios rebasan los cincuenta años y la talla 36 de cintura, y se ve que se untan esos menjunjes que desvanecen las canas. Los jóvenes, la mayoría, han quedado aquí después de intercambiar palabras en páginas como el Manhunt o apps para smartphones como el Grindr o el Scruff. También se juntan grupos de amigos que besan a los meseros como si fueran parte de su pandilla.

El Viena no ha escapado al perverso fenómeno de la gentrificación, pues también vienen tipos con el último botón de la camisa estrangulándoles el cuello y sus chicas con botas Dr. Martens y actitud de feminismo alternativo.

Justo cuando la rockola empezó a prenderse con canciones de Madonna, tuve que separarme del grupo, pues había quedado con un bato en el Guilt de Polanco, el club que de algún modo retoma la famosa cadena de las discotecas bugas de los ochenta, para esa parte de la comunidad gay que ve en el consumismo frito la forma más eficaz de inclusión y pertenencia. Me despedí con la promesa de volver así fuera a las ocho de la mañana. Emprendí la retirada. Cuando salí a la calle, ya había movimiento febril en El Oasis y más adelante, donde están el Marrakech y La Purísima, los clubes que lo mismo programan a Thalía que a los Pixies. Se podría decir que son la opción alternativa del parámetro gay chilango.
Guilt

En la esquina de Anatole France y Presidente Masaryk se encuentra un pequeño mall con el mismo nombre del fundador de la República de Checoslovaquia, incluso hay un busto de él, en medio de las boutiques de corbatas y vestidos de novia y habanos de precios desorbitados, restaurantes gourmets y el par de antros escondidos al fondo. Uno de esos es el Guilt.

Mientras esperaba al bato vi un grupo de jóvenes, debían ser más de treinta y tener menos de treinta años, hombres la mayoría con zapatos beige, ellas en el mismo molde de minifalda minimalista y tacones negros, sólo cambiaban los colores y acaso los peinados y los tintes. Discutían. Por lo que escuché, por culpa de uno de ellos no lograron cruzar la cadena de un antro. Se sentían unos perdedores.

Cruzar la cadena es parte del ritual de la mayoría de la diversión nocturna de Polanco.

Si no fuera por el dueño y el gerente, que son buenos compas, simplemente no podría entrar con mi camiseta que llevaba aquella noche, con la portada impresa del His ’n’ Hers de Pulp y unos tenis que le hacen juego al saco del bajista Steve Mackey y al top de la tecladista Candida Doyle. Hasta donde sé, aquí sólo se puede cruzar la cadena custodiada por un tipo de cuerpo ancho y gafas de montura de aluminio en camisa y zapatos, más 250 pesos de cover; 200 si contactas al gerente que también es relaciones públicas, te anota en una lista de invitados y te ahorras 50 varos.

El bato llegó con la barba más crecida y no pude evitar tener erecciones y fantasías desmedidas. Los gays somos algo así como adolescentes perpetuos que creemos que una noche de antro será la más lujuriosa de nuestra vida. Irrepetible. Me apresuré a apantallarlo, demostrando que no sería cualquiera el que se la metería.

Las cosas como son: nunca espero más de quince minutos un sábado afuera del Guilt, el único día que opera, a pesar de la reseña que escribí para TimeOut México hace ya varios años y donde no salieron muy bien parados, por lo mamón de la entrada y los precios y la actitud de algunos de los clientes; que el dueño no se haya ofendido y haya aguantado vara sin caer en el plan de la víctima me pareció un acto de estoicismo valemadres. Nos hemos hecho buenos cuates desde entonces y como norteño que soy, la amistad pesa más que mis prejuicios. Soy un fan desquiciado de Black Flag y Minor Threat pero también un pinche cursi, como buen puto.

Como el Viena, tenía siglos gays de no venir. Hace mucho que decidí anteponer la buena música, o la que me gusta, que es por lo general buena, por encima de mi homosexualidad paria. La última vez que estuve aquí, Karen, una gran amiga y yo tuvimos que sobornar al DJ para que nos pusiera al menos una canción que no siguiera la rutina de ese pop desmedidamente ingenuo, inofensivo y sumiso que ha enajenado a hordas de homosexuales desde los noventa. Una pinche rola de los Sisters of Mercy nos costó 500 pesos. Al menos fue la versión extendida de Dominion.

Ahora abunda la madera y los grafitis aburguesados sobre barras de cedro, la consola del DJ se ha movido a uno de los extremos del salón, por lo que la pista de baile se amplió y la clientela convencida de que disfruta algo mucho más selecto que los mortales, compuesto por gays jóvenes, chicas bugas y señores homosexuales atravesando la crisis de los cuarenta, algo mamados y de lejos interesantes, pero ya que te acercas parecen la versión canosa de una mezcla entre un YouTuber ansioso de ser patrocinado por una marca de tenis y algún miembro de Acapulco Shore. Han instalado un cuarto con música un tanto más house de cepa e independiente.

Por lo demás todo sigue igual, el techado cubierto de un laberinto de luces robotizadas y caleidoscópicas. Ese sábado me pareció ver muchos mirreyes heterosexuales sintiéndose liberales por rodear la cintura de sus novias entre gays de camisas planchadas con la misma precisión que un primer día de escuela.

La música en el salón principal también sigue siendo más o menos igual que la última vez que estuve aquí, más o menos atrapada en 2007. Lady Gaga por ejemplo.

El bato y yo fuimos a la barra. En el Guilt los tragos cuestan el doble que en el Viena pero el gerente invita unos vodkas, lo cual nos viene de maravilla, así nos alcanza para comprar el doble de pastillas de éxtasis. Dos chicos próximos a unos portavasos, con barbita diluida, peinados y sacos, siguen mentando madres contra la marcha que defendió la geometría de la familia normal que al menos yo ya había olvidado. Conversaciones como éstas se han potenciado desde la legalización del matrimonio igualitario en la hoy Ciudad de México. Hablar de cosas políticamente correctas es parte del outfit. Lo curioso es que hablan de la solidaridad feminista con las chicas o del Frente Nacional por la Familia o del machismo de los comerciales de Tecate como hemorroides conservadoras a las que hay que extirpar, cuando en muchos sentidos el Guilt es más allegado a la idea de un sábado conservador que una promesa nocturna que se proponga transgredir la normalidad casi asexuada que habita en las mentes de los que apoyan a la familia normal —tal cosa sería en todo caso una orgía. Los dos chicos también hablan de la posibilidad de la próxima boda de un amigo suyo con un cabrón. Trato de fingir que el barman no me escucha para cachar algo más de su plática. Al parecer los futuros novios se conocieron aquí. Se respira algo de ansiedad por la búsqueda del marido ideal. Hablan de desayunos, cucharear y ver series como East Siders en Netflix como un cocainómano saborea el polvo blanco mientras espera al dealer. La conversación entre los chicos me detonó un déjà vu de las noches de disco sabatinas de Torreón, cuando mis primas se emocionaban porque un batillo que se decía ser gerente de una sucursal bancaria les invitaba tragos y todos sabíamos que ninguno de nosotros terminaría mamando verga, porque qué pensaría la sociedad lagunera. Recuerdo que también se paseaban los galanes de cinturón piteado con hebillas bañadas en litros de oro puro que aplastaban a los gerentes de banco como cucarachas, seguro eran protonarcos.

El ligue en el Guilt o su hermano el Envy, que sólo abre los viernes y que en teoría tiene su playlist volcada al pop en español cuando en principio aquí sólo pincharían música sajona, de algún modo cumple la fantasía de levantar al güerito de la novela de las nueve de la noche. Hasta donde tengo entendido, lugares como el Guilt te venden la idea de que probablemente no te acostarás con gente común, según la canción de Pulp. Es más, que ni siquiera te acostarás. Por eso muchos asiduos agradecen el filtro de la entrada y que varios se queden afuera, pues tal proceso de selección es garantía de que aquí sólo bailarás con gente bonita. Un antro para supuestamente conocer al marido que sería más del agrado de tu mamá que un amante que te rompa el cuello.

Soy de la rupestre idea que los antros gays se hicieron para conocer a un cabrón que te destrozará el culo o para montar una pequeña orgía hasta que amanezca, pero parece fuera de lugar en estos tiempos de corrección política. Aunque en el fondo y ya entrada la madrugada todos pensemos en quién tendrá la verga más grande del mundo.

A ver, que no es el antro gay más caro y pretencioso. Nunca me la paso mal, en parte se debe a que no ponen en duda mis camisetas de Pulp o Black Flag o los Beastie Boys o Negú Gorriak ni los sombreritos que me cubren la calvicie, a veces prohibidos o eso entendí. Es sólo que me llama la atención la dinámica de lugares como éstos en una época donde supuestamente los homosexuales hemos conquistado derechos y visibilidad nunca antes imaginados.

Me hubiera quedado más tiempo y volvería a corromper al DJ pero es de mala educación hacer esperar al dealer, así que debo despedirme con la promesa de que no pasará un lustro antes de volver a pisar el Guilt.

Boy Bar, Nicho’s Bar y la Zona rosa

Mi amigo y yo nos metimos la tacha desde el Paseo de la Reforma. Se nos ocurrió mezclarla con cafeína sólo para ver qué pasaba. Nos la vende un tipo obsesionado con los maratones. Vende tachas al interior de su Fiat amarillo canario para pagarse tenis de corredor de más 2 mil 500 pesos e inscripciones y boletos de avión a distintas ciudades del mundo. Nunca he sabido si es gay y aunque me dice que las pruebe en el asiento del copiloto mientras me acaricia la rodilla, prefiero probar su mercancía cuando su cabeza rapada no me confunda. No me quiero imaginar si la tacha me hace efecto y resulta que mi dealer no es gay. Él correrá por todas las calles de Boston pero yo boxeo en los Baños Lupita de Tacubaya así que...

Caminamos por el cuadro más agitado y gritón de la Zona Rosa. Nos metemos al Almacén de la calle de Florencia que se ha vuelto un bar improvisado e incómodo, estaba hasta la madre de lleno por lo que a cada rato me pisaban el dedo gordo del pie, lo cual es como si me lo mutilaran pues justo en la punta de mis tenis llevo escondidos los frasquitos de poppers, maniacos de potentes, que me traje del gabacho, uno por cada pie. Como no quería terminar cercenado bajamos a su legendario sótano, El Taller, que fue propiedad de Luis González de Alba, pero ya no es lo que era en los noventa, cuando lo conocí. Lo vi descuidado, como patio de un taller de refacciones. Nos fuimos al Nicho’s, la cueva para osos en la calle de Londres. Se supone que los osos son ese sector del colectivo gay que apuesta por llevar el fetiche de masculinidad, panzas, pelos y barbas hasta el límite. Pero en el Nicho’s a veces parece más bien una congregación de hombres diabéticos concursando en un reality tipo La Voz que buscan a la doble de Amanda Miguel o Paquita la del Barrio. Ya sé que hoy está de moda renegar de los fetiches masculinos pues según muchos no es una excitación propia, sino una diabólica estrategia complotada desde las entrañas del heteropatriarcado, pero a mí me valen madres sus supersticiones queers. Jotéenle lo que quieran y quédense sin saliva con chaquetas académicas, a mí no me excita. Punto. Pareciera que el discurso antimachista mediante la jotería es el nuevo catolicismo, y como la Virgen del Tepeyac, pobre de ti si se te ocurre cuestionarlo, o peor aún, negarlo.

Aun así el Nicho’s es un bar divertido y sobre todo relajado.

Escuchamos un par de canciones y seguimos caminado en lo que nos pega la tacha para luego irnos a explotarla como depravados.

En Amberes, la calle más colorida de la Zona Rosa, la que más bares gays aglutina y la responsable quizás de darle la identidad de barrio gay millenial, descubrimos una vitrina con vista a la calle, donde un go go dancer musculoso y rapado, de piel chocolate, hace un torcido número del otro lado del vidrio para entretener a los transeúntes, acaso convencerlos de entrar. Se trata del bar antes llamado Lollipop, antes llamado Boy Bar y que tras una remodelación vuelve a llamarse como en sus orígenes, que recién tuvo una monumental fiesta de reinauguración. Caímos en la trampa de la vitrina que evoca la leyenda de Amsterdam y nos formamos en la hilera de los que muestran sus credenciales de elector a los hombres de seguridad para poder entrar. El cover es de 45 pesos y la verdad es que me sorprendió su nueva imagen. En la parte donde antes había un cabaret-karaoke ahora es un hot room sólo para hombres con un espectáculo de regaderas donde strippers se dedican a atizar las fantasías homoeróticas de los parroquianos con una selección de techno como emparentado a la tradición de Detroit del que casi no pulula en el resto de la Zona Rosa. También hay un cuarto oscuro más oscuro que cachondo, pero está bien para un rapidín sin necesidad de buscar motel.

En la planta alta el espíritu de la Zona Rosa volvió a la normalidad. Aunque a diferencia de cuando era el Lollipop, la decoración es más minimalista. A decir verdad, exceptuando los códigos de vestimenta y los costos, los antros de la Zona Rosa no son muy distintos al Guilt y el Envy, sobre todo en cuanto a la música, ciertas andanzas contenidas y el grupo de amigos que se solidarizan mediante las reglas de homogenización básica y de afeminamiento domesticado impuesto por series como Glee o Sense 8.

Sin embargo hay algo fresco en el Boy Bar. Algo próximo a lo único para el panorama de la calle de Amberes. Quizás que el dueño sea un heterosexual seguidor de Pearl Jam tenga que ver con eso. Se preocupa por ciertos detalles que para los gays serían insignificantes, como la ecualización del sistema de audio. En la mayoría de los antros gay lo importante es que el pretexto para jotear te reviente los oídos aunque la música suene percudida. Les encantan las Jeans, ese grupo que en los noventa era compuesto por niñas idiotas y huecas. Por alguna razón, su mentecatez les significó algo valioso para cientos de gays que las han elevado a nivel de iconos del imaginario gay nacional. Muchos de los gays que las siguieron en su reencuentro del año pasado, son homosexuales que se enorgullecen de solidarizarse con las consignas feministas, a pesar de que las Jeans, hoy convertidas en señoras, sólo cantan de enamorarse de cualquier baboso, llamar su atención y servirle.

Creo que la tacha empezó a explotar justo cuando nos fuimos a la terraza con vista a las banquetas de Amberes y donde la música es una secuencia de cínico pop en español. El bato y yo empezamos a besuquearnos con una lujuria inapropiada para estos tiempos en que lo gay en México se ha convertido en algo propenso a lo inocuo y la administración de calenturas. Quizás el internet, las páginas de contacto y el ligue de las apps ha dejado las porquerías para los mensajes de texto y en los antros hay que mantener las buenas formas y las selfies con poses como de esposas recargadas en brazos del marido en la mesa de una boda y las cejas en posición de duckface, o de éxtasis desnaturalizado, pero nunca escandalizar. El desmadre se ha partido en dos, la mitad transcurre en el antro y la otra en las pantallas de los celulares. Evidenciar soledad en redes sociales es la peste. Seguramente estoy amargado. En algún momento todos caemos en el autoengaño de conocer al hombre perfecto en lugares como estos. Por ejemplo, al barbón lo conocí en los pasillos de La Casita, quizás el primer sex club para homosexuales del entonces DF. Sólo que en estos días se ha vuelto más como una presión social.

A menudo leo que muchos se quejan de la Zona Rosa porque promueve la borrachera entre gays. Suelen ser los mismos que acusan a la Marcha del Orgullo de convertirse en un negocio que desplazó la protesta para corromper a las nuevas generaciones vendiéndoles alcohol hasta vomitar. Qué mojigatos resultaron varios, ¿desde cuándo tenemos que echar mano de la sobriedad y guardar las composturas como parte de nuestra identidad? Chingan con la igualdad pero en eso de la cirrosis democrática prefieren alienarse con la superioridad del cuerpo sano.

Fui por más cervezas con el único fin de ponerme pedo. En el camino me encontré a un tipo con el que había cogido en una orgía pero fingió la misma demencia de los hombres casados, con una mujer, cuando se tiran a un cabrón. Yo alcé las cejas como cuando saludo a un desconocido con una camiseta del Cruz Azul o del América afuera del estadio pero se hizo pendejo. Me bajonea un poco esa actitud, me recuerda a mi madre cuando se encontraba a mi padre o sus ex novios.

Bebemos unas cervezas más pero como nos pusimos como toros en celo, optamos por irnos a encerrar en la nueva tendencia gay de la capital: los clubes de orgías.

El club de la Álamos

Cerca de la estación Viaducto se encuentra uno de los tantos departamentos adaptados como centros de orgías para homosexuales, exclusivos para hombres, en los que tras desembolsar 150 pesos, te dan a cambio una bolsa negra de plástico, de las que se usan para tirar la basura, en la que depositas tu ropa y smartphones. Se dejan a huevo en la paquetería para no andar de morbosos tomando fotos y evitar que algún listillo se quiera pasar de verga chantajeando a los invitados. Con eso del matrimonio igualitario, hay varios esposos que vienen a darse una escapada, romper la rutina como dicen los bugas, a lugares como éstos. Quizás a eso se refieren con la igualdad: nos casamos y escondemos nuestra igualdad como los bugas, como nuestros padres.

Aquí se deambula en calzones, el desnudo es opcional. Adentro suele predominar la música que se conoce como circuit music, esa funesta combinación de progressive house y trance denigrante mezclado con remixes de éxitos del Billboard.

Atravesamos el corredor-vestidor y nos encontramos con una barra de refrescos, cervezas, tequila, ron y vodka. La dinámica consiste en caminar en busca de las nalgas perfectas para expulsar la homosexualidad contenida.

Lugares como el club de la colonia Álamos suelen atestarse ya entrada la madrugada, por ahí de las cuatro o cinco de la mañana, cuando los antros cierran sus puertas y sirven los últimos tragos y no se ha encontrado el amor de la vida. Su estatus legal coquetea con lo clandestino. Sigo sin entender por qué los clubes de sexo gay no poseen una regulación sanitaria como en otros países. Puede ser que la lucha por la legalización de este tipo de espacios tenga que ver con un reconocimiento de la promiscuidad susceptible al linchamiento buga. Salimos del clóset pero en el fondo nos avergonzamos todavía de lo que nos da placer.

Hace poco un cuate me dijo que clubes de sexo como éste si bien eran cachondos, también están invadidos por una carga de depresión suicida. Que las orgías son compras de pánico gays para no sentirte un perdedor si no ligaste “decentemente” en los antros. Que al final le parecen almas excitadas, como perdidas en una especie de limbo de la lujuria. Es curioso, porque asumen la excitación mediante fetiches hasta la madre de masculinidad —no por voluntad propia sino impuesta por el heteropatriarcado—, pero creen que la búsqueda del placer desde el empoderamiento de la soledad es depresivo. ¿No será que la necesidad de tener a huevo compañía, avergonzarse de nuestra propia soledad, también sea una imposición? Jotas orgullosas de explorar su lado femenino, pero también incapaces de vivir su jotería a solas. O al menos eso me dan a entender.

Al menos aquí no hay pantallas de smartphones que nos roben la atención. Hay un cuarto de videos con una pantalla de plasma que transmite videos porno y del otro lado un sling o columpio hecho de cuero y metal en el que te acomodas boca arriba y las plantas de tu pies quedan apuntando al techo.

Unas escaleras conducen a la planta alta, donde hay un cuarto entre penumbras de neón y otro completamente oscuro. Debía haber poco más de cuarenta cabrones caminando de aquí para allá con los ojos hinchados de deseo. La idea de estos lugares es tener sexo entre hombres a lo bruto y frente a quien se deje y se deje tocar. Aunque el respeto es una cosa básica e implícita. No todos nos tenemos que gustar a huevo. Metes mano y si te rechazan debes continuar tu camino sin armar panchos. Así de simple.

El bato y yo nos metemos al cuarto más o menos iluminado con luces de neón y gigantesco colchón cubierto de algo que debe ser imitación piel para aventarnos un show exhibicionista, sin más expectativas que la pornografía que pasa por nuestras cabezas. Vaya que las cosas han cambiado desde que tomé mi primera cerveza en el Viena. Cierto que hoy somos más visibles, aunque no estoy muy seguro de que esta visibilidad sea un logro nuestro, o si más bien la especie gay sobrevive al hacer la apología de ciertos rituales bugas que no incomodan. Por lo pronto yo trato de apurar mi misión, a lo que vine aquí. Mis amigos bugas me esperan.


Wenceslao Bruciaga (Torreón, Coahuila, 1977) es escritor y periodista. Autor de Funerales de hombres raros (Jus) y de Un amigo para la orgía del fin del mundo (Discos Cuchillo). También es colaborador de Reforma, SinEmbargoMx, TimeOutMéxico, Forward Magazine, Noisey México.
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